Concierto del Festival Metrópoli,
Lunes 3 de julio.
Foto: JUAN PLAZA
Coque Malla llega a Gijón de la mano de Metrópoli y desde las
primeras notas de “Escúchame”, el piano nos sumerge en un tempo ágil que anima
y capta la atención del millar de espectadores presentes. Fuera de lo
habitual en el mundo artístico, Coque hace la presentación de cada miembro de
su banda a mitad de la primera canción. Esto dice mucho de la implicación
del cantante con sus músicos. Y hace bien, porque la exquisita producción y la
amalgama de arreglos orquestados que se escuchan en su último disco “El último
hombre en la Tierra”, son difíciles de trasladar a un directo con un quinteto
instrumental en formato banda de rock, si no se cuenta con grandes artífices.
Por lo tanto, un punto a su favor.
De su último disco, pudimos escuchar varios temas con
arreglos interesantes, como “Lo hago por ti”, un sencillo tema rockero con buen
sonido de órgano y riffs de guitarra efectivos. Más pesado y grueso, con un
buen diálogo entre el guitarra y el piano tipo Rhodes sonó “Todo el mundo
arde”, un tema con una letra bien trabajada. El empaste entre el batería y el
bajo, creando una base rítmica creciente hasta sonar grande, llegó con “Me dejó
marchar”, uno de los temas más aplaudidos de la noche. Muy acústico y
bonito sonó el tema homónimo del disco, aunque la progresión de acordes para el
cambio de tonalidad quedó un poco forzada, pero bien resuelta al final. También
hubo dedicación a su hermano Miguel Malla con “Pétalos, sonrisas y desastres”,
un temazo que no tiene desperdicio. En “El Cachorro del León” Coque Malla
se lució con un solo de guitarra sin grandes alardes pero bien construido y
bien expresado.
Además, pudimos escuchar algunos temas de “Termonuclear” y
de “La hora de los Gigantes”, como el breve “Berlín” o “Hace tiempo”, un
country-blues lento en el que el cantante hace alguna estrofa a capella.
El público tardó en acallar el murmullo pero al final, después de
desgañitarse, logró que captasen su intención al sumarse el guitarra y el
bajista, formando coro a tres voces. La ovación fue sonora.
Pero, como es habitual, los mayores momentos de empatía con
los presentes fueron precisamente al interpretar grandes éxitos de Los
Ronaldos. “Quiero que estemos pegados”, un rock simple y agresivo que se
aleja bastante de la sofisticación actual de Coque Malla, funciona para un
público que quiere revivir momentos de su adolescencia. Lo mismo ocurre con
“Guárdalo”, capaz de animar a algunos asistentes a bailar con sus respectivas
parejas. La máxima ovación de la noche llega con “No puedo vivir sin tí”,
el gran éxito de Los Ronaldos que el público conoce y canta de principio a fin.
Con ocho discos en solitario Coque Malla demuestra que hace
tiempo que ha aparcado su rebeldía juvenil y sus canciones oportunistas para
convertirse en un artista de grandes minorías, que no llenan grandes recintos
pero que le siguen fielmente, porque sabe componer y crear historias
interesantes. Con los años mejora, como el buen vino, y así lo demuestra con su
último trabajo.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España, publicada el 5 de julio, 2017
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España, publicada el 5 de julio, 2017
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