Crítica del concierto de Australian Blonde en el Festival Metrópoli. Viernes 7 de
julio.
En cada ciudad hay grupos de música que nacen y en poco tiempo se evaporan
sin dejar rastro, simplemente porque algo no cuajó. Otras son recordadas por
los nostálgicos más afines a su estilo en las tertulias de tapas y cañas. Sin
embargo, si hablamos de Gijón, hay bandas que dejan una huella que perdura en
el tiempo: es el caso de Los Locos, Crack o Felpeyu, entre otras que también
fueron importantes y que me disculpen por no mencionarlas. Pero hay una banda
que destaca sobremanera cuando pensamos en conceptos tan difíciles de definir
como el “Xixón Sound”. Australian Blonde es probablemente el primer grupo que
somos capaces de citar cuando nos referimos a este concepto que no se
sabe por qué, pero fue capaz de poner a Gijón en el mapa de grandes eventos artísticos
y culturales. En los noventa colapsaron la escena del indie rock con su gran
éxito “Chup chup chup”, que formó parte de la banda sonora de la película
“Historias del Kronen” y que marcó a toda una generación.
Australian Blonde llegaron a Metrópoli y calentaron motores con
“Control”, un tema de su disco “Canción de amor y gratitud” y cuando sonó el
homónimo de su último álbum “You kill me”, las piezas que forman el engranaje
estaban cada una en su sitio y rodando perfectamente. La guitarra y la voz
de Fran Fernández - Francisco Nixon en otras formaciones- ganaba cuerpo, la púa
golpeaba el bajo de Pablo Errea con contundencia y la batería de Paco Martínez
marcaba los pulsos y las corcheas con precisión. El protagonismo recayó en Paco
Loco, una de las figuras imprescindibles de Australian Blonde, por sus
producciones desde “Pizza Pop” y por su forma de esgrimir solos de guitarra,
tan peculiares y diferentes. Después de “Cool Dive” es Pablo Errea el que
coge el mando y entona “When I look back”, un tema con una progresión armónica
distinta a la línea habitual. Con “Cosmic”, del disco “Aftershave”, vuelve a
destacar la guitarra sobresaturada de Paco Loco, al igual que en “Black”, con
sonido más agresivo y rítmico. “Carnaval” fue probablemente la más ensayada:
más empaste entre todos y unos riffs contundentes que dieron paso a un solo de
guitarra largo y cargado de sonoridad. Después de “Seaside” llegó el anuncio de
la despedida y el público se negaba a aceptar tanta brevedad. Faltaba el gran
éxito “Chup chup chup”, que todos los presentes cantaron y aplaudieron con
entusiasmo. Otro regalito fue “I want you” que sonó rotunda, con
cortes y cambios bastante interesantes, rematada por un solo de Paco en su
línea.
Para terminar contaron con Tito Valdés, bajista de la formación original
que cantó “Lay it on the line” con un timbre vocal muy destacable.
Conscientes del esfuerzo que requiere juntar a todos los miembros de la
banda para momentos tan especiales como este concierto, el público les brindó
una intensa ovación, deseando que esto se vuelva a repetir a la mayor brevedad
posible.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España
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