miércoles, 22 de junio de 2022

“Gijón del Alma” tiene nuevo disco

 


Víctor Cimadevilla: Presentación del disco “Viejas Canciones”. Colegiata de San Juan Bautista, Gijón, martes, 21 de junio de 2022. 


Después de más de 60 años dedicados a la música Víctor “el de Cimadevilla”, no pierde las ganas de embarcarse en nuevos proyectos y acaba de publicar un disco llamado “Viejas Canciones” que, curiosamente, también contiene canciones nuevas. La presentación tuvo lugar, cómo no, en el barrio de Cimadevilla y escogió un día con doble celebración: el Día Europeo de la Música y el Día Mundial de la ELA, dedicando una parte de la recaudación por la venta del disco a la Asociación de Esclerosis Lateral Amiotrófica.


Víctor no quiso estar solo frente al público y contó con la colaboración de Mercedes Ben Salah y Agustín Vázquez, con los que compartió escenario cantando clásicos con la música pregrabada. Para la presentación de sus nuevas canciones optó por la música en directo, contando con la profesionalidad de “Moriarty”, un dúo mítico de los locales de Gijón formado por Rafa García (guitarra) y David Montenegro (percusión) que acompañaron al cantante en tres temas bastante pegadizos y bien tocados: “Será asturiano”, compuesta por Javier Díaz Gontín (Zapato Veloz), “Sabes” de Narciso Bermúdez y “Nuestro gran amor” de Cuco Sánchez.


Quizás, la Colegiata de San Juan Bautista no era el lugar más apropiado para un concierto con música amplificada, por la excesiva reverberación natural del recinto que emborronaba el sonido. Aún así, el casi centenar de amigos, fans y curiosos que se dejaron caer por allí disfrutaron y, sobre todo, apreciaron el amor de Víctor por la música y por su “Gijón del Alma”, el famoso himno  de los gijoneses que nació en el local de Víctor, en colaboración con Javier Díaz, hace ya 30 años y que aún no se ha conseguido su oficialidad. Y eso que no existe un solo gijonés que no la haya cantado. Quizás, va siendo hora. 

Crítica publicada en La Nueva España


domingo, 19 de junio de 2022

La osadía de Bertín Osborne

 


Bertín Osborne: Gira “40 años son pocos”. Teatro de la Laboral, sábado, 18 de junio de 2022. 


“40 años son pocos” es el último trabajo discográfico de Bertín Osborne y el motivo de la gira intensa que recorre distintos escenarios, pasando por el Teatro de la Laboral que le recibió con un aforo casi al completo. El título es más que adecuado para explicar sus dotes vocales, puesto que después de cuarenta años dedicándose a la música todavía no ha aprendido a cantar. Claro que a estas alturas poco importa ese detalle porque con su peculiar simpatía, su éxito televisivo y sus chascarrillos “campechanos”, logra salir victorioso de los recitales. 


Rodeado de una docena de mariachis comenzó su repertorio con algunas rancheras de las de toda la vida e hizo un repaso por sus canciones más exitosas.  “Amor Mediterráneo”, “Como un vagabundo” o la rumba “Noches de San Juan”. Sus discursos calaban entre los fans y varias espontáneas le gritaban “Bertín, estás buenísimo” e incluso un caballero le azotó “que sepas que mi casa es la tuya”. 

Sus canciones clásicas, las compuestas por él (como se encargó de recordar reiteradas veces) sonaron más o menos entonadas puesto que están hechas a su medida, sin embargo, su vocación de crooner le lleva a cometer la osadía de querer cantar temazos que no están a su altura. No contento con destrozar “Release me”,  “New York, New York” y hasta la mismísima “América, América” (pobre Nino Bravo), se atrevió con dos de las icónicas de Luis Miguel: “Por debajo de la mesa”, del gran Armando Manzanero y “La Bikina”, con unos arreglos buenísimos. La banda de músicos que acompaña es espectacular y los arreglos musicales dirigidos por el pianista son de primera,  qué lástima que Bertín abriera la boca para taparlos. 


Con la simpatía que le caracteriza y entre copa y copa de vino apurada, con la excusa de aclarar la garganta, la que mejor cantó y escenificó fue la ranchera “Llegó borracho el borracho”. Ya para despedir recurrió al éxito de Albert Hammond, “Échame a mi la culpa” con la que salió triunfante una vez más. Y es que para ser artista hay que ser valiente y atrevido, incluso hay artistas que rozan la temeridad, tan necesaria para lograr el éxito. Y luego está el caso de Bertín Osborne que va por otros parámetros. 


Crítica publicada en La Nueva España


viernes, 10 de junio de 2022

La OSPA, un tesoro que hay que cuidar

 


Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, Teatro Jovellanos, jueves 9 de junio de 2022.

Director: Maximiano Valdés

Solista: Esther Yoo (violín)


Con un programa ambicioso a la par que atractivo cuesta entender el porqué de la escasez de público en el último concierto de la temporada que nuestra Orquesta Sinfónica ofreció en el Teatro Jovellanos. Como invitados la joven y brillante violinista Esther Yoo y el director Maximiano Valdés, una de las batutas más queridas de la OSPA tras haber ostentado la titularidad durante dieciséis años hasta 2010. 


Escuchamos tres grandes obras cronológicamente inversas en cuanto a fecha de composición, la primera de ellas la suite para orquesta de Ravel “Le Tombeau de Couperin” (1919). Precioso preludio que se balanceaba entre los ornamentos barrocos inspirados en Couperin y esas armonías del siglo XX recién exploradas. Valdés con su discreta gestualidad al frente de la OSPA lograba poner cada sección en su sitio durante los cuatro movimientos sin excesos ni artificios, dejando como protagonista a la propia partitura para que el público pudiera apreciarla en su justa medida. 


Tras pequeños cambios en el escenario sonó la partitura más famosa de Max Bruch, el “Concierto para violín nº 1 en sol menor” (1868) en manos de la violinista estadounidense de origen coreano Esther Yoo. ¡Qué magnífica violinista! Ni buscando con lupa encontramos el más mínimo atisbo de imperfección con su Stradivarius. Entre el lirismo de las melodías y la brillantez en la ejecución  del tercer y último movimiento, con ese juego de cuerdas dobles y cuádruples,  levantó una ovación tan larga que Yoo agradeció con una increíble versión de la melodía infantil “Yankee Doodle”. Grande Yoo.


En la segunda parte escuchamos la “Eroica” (1803), la sinfonía con la que Beethoven abandona el Clasicismo para explorar la colorida armonía y la intensidad del Romanticismo. Me encanta la dirección de Max Valdés, sin concesiones a un efectismo extravagante y sabiendo extraer cada línea melódica y cada tema con intensidad. Valdés, se mostró encantado de haber vuelto momentáneamente al frente de la orquesta y se despidió solicitando al público apoyo para la OSPA. Con su lenguaje no verbal el motivo que argumentó fue: “porque es un verdadero tesoro”. Valdés tiene razón.