John Mayall en su
gira “Livin & Lovin the Blues Tour 2017. Teatro de la Laboral, Viernes 17 de marzo.
El uso de las nuevas tecnologías, a veces, juega malas pasadas y así ocurrió con la
crónica del concierto de John Mayall el viernes en el Teatro de la Laboral.
El saludo inicial con el que daba comienzo el concierto “Do you ready for
the blues?” fue escrito por mi corrector de wasap como “Do you ready foro
Thermomix blues?” y así llegó a manos de redacción, (como siempre, respetuosos
con todas mis palabras) y así apareció escrito en la crónica de La Nueva España
del sábado. En fin, sólo puedo decir: ¡maldito corrector de wasap! Aclarada
la “frasecita”, entonado el mea culpa y
recibiendo cuarenta latigazos virtuales (la tecnología para lo malo y
para lo bueno), procedo a mi cometido, empezando por añadir que el concierto
que ofreció el legendario artista estuvo
muy bien cocinado a base de buen blues y sin Thermomix.
La excusa era la presentación de su
nuevo disco “Talk about that” y para ello llegó a Gijón en formato trío acompañado
por el bajista Greg Rzab y el batería Jay Davenport. Sin embargo, de su nuevo trabajo
poco pudimos escuchar ya que John Mayall se decantó por emocionantes temas de
blues de su extensa discografía anterior y también de otros compositores. Grandes ovaciones
recibió el trío con la interpretación de temas como “Parchman Farm”, “Room to Move” o “It´s hard going up”, entre
otros. El tema “Nothing to do with love”
resultó un tanto novedoso al añadir un sonido de cuerdas a modo de colchón
cuando mantenía los acordes del piano, algo singular en el blues y que llamó la
atención de algunos asistentes que se preguntaban si eso estaba grabado. Pues no, fue todo puro directo. Con “Ain’t no
guarantees” John Mayall se marcó un buen solo en el órgano Hammond demostrando
que sus dedos está en plena forma y otro tanto hizo con la armónica al
interpretar el tema de Jimmy Rogers “Going away baby”. Muy fino, como siempre,
estuvo el batería, sosteniendo el tempo con metrónomo impecable y creando un
relleno que solo los grandes alcanzan. Hablando
de “solos”, hubo muchos a lo largo de las dos horas de concierto, muy bien
construidos y con delicados matices, pero el que más destacaría, sin duda, fue
el del bajista Greg Rzab en el último tema antes del bis, provocando un sincero
“¡ole tus huevos guaje!” por parte de un acalorado asistente.
Quizá se echó en falta más presencia del sonido de la guitarra en el
escenario como mandan los cánones del blues y dada su trayectoria, pues John
Mayall siempre destacó por sus guitarras y por los guitarristas que le
acompañaron, sin embargo en esta gira se decantó más por las teclas y la
armónica. Pero eso es lo de menos porque, sin duda, los asistentes al concierto
del padre blanco del blues fuimos conscientes de que estábamos ante una leyenda
viva, ante una figura incombustible que ha logrado tal estatus dentro de la
música que se puede permitir hacer lo que le da la gana y tocar con la
formación que le apetece en cada momento y donde le place, pues John Mayall
siempre será bien recibido.
Crítica publicada en La Nueva España el domingo 19 de febrero- 2017.
Crítica publicada en La Nueva España el domingo 19 de febrero- 2017.