martes, 19 de octubre de 2021

Isaac et Nora & Fetén Fetén: ¿Oportunidad de oro o explotación infantil?

 


Isaac & Nora & Fetén Fetén. Teatro de la Laboral, viernes, 15 de octubre, 2021. 


Los hermanos Isaac y Nora se han convertido en uno de los últimos fenómenos virales, arrasando las redes con canciones tradicionales hispanoamericanas junto a su padre Nicolás. A priori, el género musical se aleja bastante de las preferencias de esta generación, sin embargo, por alguna causa enganchan a la audiencia porque tienen algunos vídeos con más de seis millones de visitas y millones de seguidores en las redes. De tal impacto mediático quiso sacar provecho la discográfica “Madame Vodevil” y esos vídeos, que al principio eran inocentes y caseros, se han ido profesionalizando en los últimos meses llegando la grabación de un disco y la consiguiente gira por España (y próximamente por latinoamérica, anuncian). Y viendo a esos niños encima de un escenario tan frío y tan grande como el del Teatro de la Laboral de Gijón un viernes de mediados de octubre me provocan sensaciones contradictorias.  Me pregunto ¿Por qué no están en el colegio a estas alturas del curso y que hacen a tantísimos kilómetros de su casa? ¿Se trata de una explotación infantil como lo fueron en su día algunos artistas conocidos por todos o es una oportunidad de oro para ellos? 


En la gira por España no están solos, comparten escenario con Diego Galaz y Jorge Arribas, dos grandes músicos  creadores de “Fetén Fetén” que acaban de sacar al mercado un nuevo disco titulado “Cantables II” con el mismo sello discográfico. Ellos se encargan de abrir el concierto con una habanera y su habitual acopio de instrumentos peculiares. Uno a cada extremo del escenario, dejan el centro para la familia que hace su aparición después de la divertida “Vente que hacemos merienda cena”. Arreglos magníficos y originales dan paso a Nicolás, Isaac y Nora con el chachachá “Solamente tú”. La voz de Nora recuerda a aquella Jeanette que cantaba “Soy rebelde”, susurrando y con mucho aire entre las cuerdas vocales. Su puesta en escena es totalmente estática y con una sonrisa permanente canta canciones que expresan vivencias imposibles para una niña de diez años.  


Entre milongas, jotas, canciones mexicanas, cumbias y boleros  van alternando su repertorio con el propuesto por “Fetén, Fetén” y aparecen temas como “Gracias a la vida”, una canción chilena con la que se sienten identificados por la suerte que han tenido, expresa Nicolás. La interpretación de “El Huapanguero” pone en evidencia las magníficas cualidades de Isaac con la trompeta y deja en entredicho si esa canción es adecuada para la voz de Nora por mucho que le guste a su padre. Para mi gusto no, está muy forzada y deberían quitarla del repertorio o hacerla instrumental. 


Después de interpretar su mayor éxito “Veinte años” despiden con un pasodoble y se llevan la ovación del público. Casi dos horas de concierto en el que me cuestionaba una y otra vez si lo que estaba viendo me convencía o me parecía éticamente correcto. Por un lado, hay una vasta lista de niños en la escena artística que han sido explotados para el lucro de sus managers y progenitores sin tener en cuenta sus propios intereses. Por otro lado, no deja de ser una gran oportunidad en la que esos niños adquieren unas vivencias inalcanzables para la mayoría de sus pares. ¿Qué es lo correcto? Es cuestión de tiempo. Si permanecen en la escena sin formarse debidamente se quemarán. Lo más probable es que el fenómeno viral en el que se han visto envueltos sea solo eso, algo volátil y pasajero, pero estoy convencida de que el amor por la música y por la cultura popular se quedará entre ellos.

Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España


Forma Antiqua, "Les Scaramouches": exquisito barroco francés con textos inconexos

 


Forma Antiqua: “Les Scaramouches”. Organiza la Sociedad Filarmónica de Gijón. Teatro Jovellanos, miércoles 6 de octubre, 2021.

 

“Voy a contaros la cosa más admirable, la más sorprendente, la más maravillosa, la más milagrosa… la más digna de envidia”, comenzaba declamando la actriz Ana Villa para dar vida a “Les Scaramouches”, el espectáculo de los hermanos Zapico en su conjunto instrumental “Forma Antiqua” con el que se inauguró la nueva temporada de la Sociedad Filarmónica de Gijón. Una selección de piezas enmarcadas en el barroco francés más exquisito que domina a la perfección esta formación de once componentes capitaneada por Aarón Zapico.

 

Musicalmente un 10, sin duda. No había una nota fuera de lugar ni un timbre que no encajara en este puzle sonoro bien armado a base de piezas históricamente bien informadas. La formación conseguía trasladar a los espectadores a los jardines de Versalles y a la corte del rey Luis XIV, con todo su boato. Las flautas de Guillermo Peñalver y Alejandro Villar volaban con una precisión milimétrica en los difíciles y virtuosos fraseos de piezas creadas por Couperin, Lully, Corrette y Leclair. Instrumentos poco asiduos como la tiorba de Daniel Zapico o la guitarra barroca de su hermano Pablo se entrelazaban con el clave de Aarón, formando el armazón del conjunto instrumental. Si bien es cierto que la sonoridad del clave queda difusa y apenas se percibe en un escenario como el del Jovellanos sabemos que Aarón es un maestro de maestros a las teclas porque lo hemos visto en otras ocasiones con mejor acústica. Las cuerdas frotadas de Jorge Jiménez y Daniel Pinteño a los violines engarzaban puntillosamente con la viola de José Vélez, el violonchelo de Ruth Verona y el contrabajo de Jorge Muñoz. Y para marcar los tempos estaba David Mayoral que ofreció todo un despliegue de instrumentos de percusión singulares. Grandes músicos todos ellos.

 

 En cuanto a los textos recitados que “en teoría” daban conexión a las piezas musicales ya hay más controversia. El texto terminó con la misma frase del comienzo y por medio, entre una y otra pieza, Ana Villa declamaba una selección de textos de grandes dramaturgos franceses de la época, Molière entre otros. Y esa “cosa más admirable, la más sorprendente, la más…” con la que comenzó y terminó no acabamos de adivinar cuál era. El público se afanaba por conectar una intervención con otra y darle significado a los textos escuchados en relación con las chaquetas de colores que triangulaban el escenario, las cuales terminaron unidas en una esquina a modo de bandera francesa.  Quizás nos hubiera venido bien alguna explicación o quizás no la tenía y era la pretensión del personaje que da título a “Les Scaramouches”: jugar con el público. Después de todo no deja de ser un espectáculo en el que se mezcla la farsa, la sátira, la tragedia y la comedia en la noche francesa. Desde luego yo no fui capaz de apreciar conexión alguna, así que opté por desistir y disfrutar de la maravillosa sonoridad de estas obras tan representativas del barroco francés que nos ofreció “Forma Antiqua”. Eso sí, interpretadas de modo exquisito.

Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España