Cooper. Sala Albéniz, sábado 26 de octubre.
Con el Festival Euroyeyé -el más importante del mundo centrado en la cultura mod-, en plena incertidumbre respecto a las próximas celebraciones y la despedida de Álex Cooper de los escenarios, la cultura mod se queda a las puertas de la orfandad en España. Gijón era una cita obligada en esta gira despedida de uno de los principales abanderados del movimiento mod después de más de tres décadas de carrera musical. La sala Albéniz fue el lugar escogido para reunir a una buena representación de esta tribu urbana, que aprovechó la ocasión para sacar del armario las parkas y otras muestras de elegancia sartorial cargadas de pequeños detalles, para complementar las caras sin sombras con peinados a lo garçon o french crop.
El público no estaba allí para escuchar exquisiteces musicales, de hecho hubo unos cuantos errores de ejecución y no sonó especialmente bien, salvo excepciones. Daba igual, lo que pretendían los asistentes era pasárselo bien recordando grandes temas de “Los Flechazos” y de “Cooper” en solitario. Objetivo cumplido, porque sonaron canciones chulas y porque durante todo el concierto se transmitió muy buen rollo desde el escenario. Acompañado por teclado, bajo, batería y guitarra (este último a medio gas por una lesión en la muñeca), puso al Albéniz a votar con canciones como “En el Club”, el gran éxito de su paso por “Los Flechazos”. Saxo y trompeta completaron el escenario en algunos temas, aportando un sonido más contundente y brillante como en “Islandia” o “En el asiento de atrás”. Con arreglos a tres voces para ensalzar los estribillos lo mejor que pudimos escuchar fueron los coros, sin duda.
Las muestras de cariño y las ovaciones estuvieron presentes durante toda la velada y Álex Cooper fue generoso con los bises (nada menos que seis). “Me conformo”, una canción de los 60’ del grupo “Los Mitos” que Cooper dedicó a todos los amigos mod de Asturias, puso la nota final del concierto y todo apunta a que no habrá arrepentimiento. O quizás sí, ya se sabe que los artistas sufren la adicción a los escenarios mientras viven. Sin embargo, Álex Cooper siempre ha sido coherente con sus principios, con sus ideas y con el respeto que siente por una cultura calada en la working class. A partir de ahora cabe preguntarse qué será de la escena mod. Puede que se apague poco a poco o que se reinvente de nuevo, aunque se suele decir que su modo de vida no tiene fecha de caducidad, por lo tanto, su música tampoco.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España