“Jekyll and Hyde”, el musical. Teatro de la Laboral, viernes 25 de octubre.
Solamente por escuchar el poderío vocal del protagonista merece la pena ver el musical “Jekyll and Hyde”, en su nueva representación en el teatro de la Laboral. La adaptación de la fascinante novela creada por Robert Louis Stevenson “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, ha dado y sigue dando para mucho: películas de cine y televisión, adaptaciones teatrales y, por supuesto, diferentes versiones de musicales, con protagonistas de la talla de Raphael, que llenaba los teatros día tras día durante tres años de vigencia a principios del nuevo milenio. El mexicano Abel Fernando no tiene tanto gancho mediático como Raphael para llenar salas, de hecho había poco público en la sala. Sin embargo, su voz es espectacular, capaz de adaptarse a las exigencias de voz limpia, clara y potente que representa al Dr. Jekyll y voz ronca, casi gutural y desgarradora que representa al maléfico Mr. Hyde. Magnífico en ambos registros. El resto ya requiere sus matices.
La puesta en escena está bastante lograda. Diferentes decorados con gran protagonismo de la niebla y unas luces austeras, sitúan al espectador en las escenas claves de la trama que se desarrolla en la época victoriana londinense. Algunas coreografías y cambios de vestuario contribuyen a que la historia sea creíble.
En cuanto a los arreglos musicales se ha tirado de clichés efectistas que siempre funcionan bien. Se pueden apreciar los distintos leitmotivs para cada personaje, armonías muy consonantes con melodías pegadizas para representar al bueno de Jekyll, mientras que con el maligno Hyde se utilizan arpegios repetitivos y cíclicos habituales en este tipo de personajes (La Profecía, por ejemplo), con la aportación de un sonido de clavicordio. Las escenas del prostíbulo también muy estereotipadas, con ritmos cabareteros y sonidos de acordeón. Es decir, musicalmente hablando es prefabricado y no hay nada de originalidad, pero lo que hay funciona bien.
Los coros estuvieron brillantes en todos sus números, con un gran empaste vocal e instrumental. Menos acertada estuvo la voz de Emma (novia del Dr. Jekyll), con ligeros errores de afinación en varias intervenciones, aunque muy acertada en el timbre y en las modulaciones vocales. Por el contrario, Lucy (amante de Mr. Hyde) destacó tanto en interpretación como en voz.
Al igual que en la zarzuela, cantar para un espectáculo como este requiere tener una gran técnica vocal, principalmente por los continuos cambios de la voz hablada a la voz cantada. Por este motivo muchos cantantes de ópera rechazan la zarzuela y los musicales, porque conlleva un deterioro de las cuerdas vocales. Este musical, además, requiere un plus porque el protagonista tiene que representar dos personajes antagónicos. El papel le viene como anillo al dedo al barítono Abel Fernando. De hecho, fue impactante la escena final que representa la lucha entre Jekyll y Hyde, con los cambios medidos milimétricamente. Un gran trabajo en ambos registros en el que hay empate técnico, por lo tanto no se si me quedo con Jekyll o prefiero a Hyde. Sin duda, el papel del barítono es lo mejor del espectáculo y aunque sólo sea por escuchar su voz merece la pena ver, una vez más, este extraño caso convertido en musical.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
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