Concierto en el Palacio de
Deportes Adolfo Suárez. 3 de junio, 2016.
La puesta en directo del último disco de Malú era una de las citas más
esperadas en el arranque de la programación veraniega de Gijón y así lo
manifestaron varios miles de fans acudiendo a la presentación de “Caos”. Un
disco que, si bien no aporta nada nuevo en la larga trayectoria de la cantante
madrileña, viene con nuevas canciones cargadas de más intensidad y perfección,
es decir, más de lo mismo pero con una pizca más de elegancia y madurez.
La puesta en escena en el Palacio de Deportes Adolfo Suárez fue todo
un espectáculo de primera línea. La aparición de Malú sobre una
plataforma giratoria que hacía las veces de proyector de imágenes, con tonos
rojizos como si de fuego se tratara, dio paso a “Cenizas” y “De vez en
cuando”, dos temas presentes en el último disco. Y fue en el tercer tema
“Deshazte de mí” cuando los fans desataron sus voces casi sobrepasando la
potencia del equipo de sonido y cantando el tema de principio a fin. Muchos
momentos como este hubo a lo largo de la noche, entre otros “Devuélveme la
vida”, “Ahora tú”, “Se acabó”, el famosísimo “Blanco y negro” o el origen de su
gran éxito “Aprendiz” donde Malú demostró su gran calidad vocal con un potente
final.
Un show con cada detalle estudiado a la perfección en el
que el guión está muy bien aprendido. No se improvisa ni una coma: cada
palabra, cada frase que da lugar a la presentación de una canción, cada
movimiento por el escenario, luces, ventilador, imágenes adecuadas para cada
tema, siete músicos de primer nivel, cada nota musical...Sin duda las cabezas
pensantes que arropan a la artista han sabido fabricar un buen producto capaz
de ensalzar la incuestionable calidad artística de Malú, logrando
impactar y tocar la fibra sensible de sus fans.
Respecto a la acústica no podemos decir lo mismo. Si bien es cierto que es
difícil conseguir medianamente un buen sonido en este recinto el concierto de
Malú está entre los peores que he escuchado. La mala acústica del Palacio
de los Deportes sumió la amalgama de sonidos en un “caos” sonoro que por
momentos resultaba desagradable, sobre todo en los temas más cañeros en los que
no había ningún tipo de definición. Desde luego la culpa no es de Malú y su
equipo, como decía la canción “la culpa fue del cha-cha-chá”. Sólo cabe esperar
que (quizás cuando se acabe la crisis) alguna autoridad se preocupe por buscar
soluciones para mejorar el recinto o buscar otro más adecuado para este tipo de
conciertos. Hay que decir que el sonido mejoraba con creces durante las
canciones más íntimas y acústicas como “MI mundo en el aire” o Ángel Caído”,
temas en los que la cantante demostraba todo su esplendor vocal lleno de fuerza
y sensibilidad. A pesar del mal sonido pudimos captar que Malú es una
gran profesional con un potente instrumento afinado a la perfección: no se le
escapó ni un pequeño requiebro. En definitiva, un buen espectáculo deslucido
por la pésima acústica del recinto.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España, publicado el 5 de junio.