Dulce Pontes, “30 años de música”. Teatro Jovellanos, sábado, 18 de enero.
Hablar de Dulce Pontes como una de las máximas exponentes del fado, aunque es correcto, significa encasillarla en un estilo del que escapa constantemente. Y no porque reniegue de su cuna -todo lo contrario-, sino porque le gusta explorar otros terrenos musicales hasta dominarlos y hacerlos suyos. Su gira “30 años de música” celebra mucha música a sus espaldas y hace un repaso de grandes canciones a lo largo de toda su trayectoria. La elección del repertorio no fue del gusto de todos y quizás faltaron temas como “Asturias” que se incluye en su último trabajo “Peregrinaçao” (2017), o la espectacular “A Rose Among Thorns”, compuesta por Ennio Morricone para la banda sonora de “La Misión”, cuya versión cantada por la portuguesa pone los pelos de punta.
Durante los tres primeros temas se enfrentó sola con el piano a un teatro Jovellanos abarrotado por completo. La interpretación íntima de “A Minha Barquinha” dio paso a “La Boheme” de Charles Aznavour, cantada en español y con un arreglo de piano algo más elaborado. Siguió con “Ondeia”, donde hizo un gran alarde de técnica vocal con fraseos complicados y agudos imposibles, la constante de la mayoría de los temas que ofreció en el recital. Se sumaron al escenario el guitarrista Daniel Casares y el contrabajista Yelsy Heredia, ofreciendo variedad rítmica y sabores cubanos, brasileños o jazzísticos, incluso coqueteando con el flamenco, que estuvo muy presente en las virtuosas manos de Casares. Un repertorio de lo más variopinto en el que los tres empastaron a la perfección.
La parquedad de palabras de la cantante hacia el público la suplió con un lenguaje corporal divertido entre guiños y bailes, haciendo partícipe a los presentes con coros y palmas, pero sobre todo con una voz que llenaba todo el teatro. Pocas notas desafinadas hubo entre tantas florituras vocales abarcando una tesitura amplísima. Impactante fue su versión de “Senhora do Almortao” .o “Cai Dentro” de Elis Regina, con improvisaciones buenísimas planeando por encima de una armonía muy difícil. Su versión de “O Pato” de Joao Gilberto, onomatopeyas incluidas, fue divertida y con una introducción que recordaba a las improvisaciones de Al Jarreau. Causó sensación la desgarradora versión de “La Leyenda del tiempo”, un tema de Camarón con letra de García Lorca en el que la guitarra hacía contener el aliento.
También hubo momentos para recordar a Chavela Vargas con “El último trago” o a Alejandro Fernández y su “Procuro olvidarte”, de nuevo con una introducción de guitarra flamenca espectacular. El público en pie no quería despedirse sin escuchar la “Cançao do mar”, probablemente su mayor éxito de todos los tiempos.
Dulce Pontes es una artista singular, con un estilo inclasificable y con una voz muy trabajada a base de buena técnica y de explorar diferentes géneros musicales. Sin duda, pasará a la historia como una de las grandes voces en su estilo y el público del teatro Jovellanos lo pudo comprobar. La ovación fue sonora.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España