Casi todo lo que tenga
que ver con Queen funciona. Sus legiones de seguidores se apuntan a cualquier
espectáculo que se monte en torno a la mítica banda británica que capitaneó
Freddie Mercury durante dos décadas y que aún sigue vigente, aunque sea esporádicamente.
Por lo tanto, la compañía Yllana, creadores de “We love Queen” apostaban sobre
seguro y el resultado es que llevan ya dos años arrasando por los teatros
españoles. Pero para rendir un homenaje a Queen y no caer en lo hortera hace
falta hacerlo muy bien. El espectáculo que presenciamos en el teatro Jovellanos
está bien ejecutado y con muchos aciertos, pero hay algunos detalles a lo largo
del show que defraudan.
El recibimiento de los
espectadores por parte de seis monjes extraños, antes de abrirse las cortinas
para mostrar el “templo”, ya apunta que no se trata de un musical serio, sino
que el humor estará presente. Un acierto y algo habitual en los espectáculos de
la compañía, que ha triunfado con “The Hole” y “Hoy no me puedo levantar”,
entre otros. Estos seis monjes se transformaron en bailarines que mostraban
distintas escenas de baile a lo largo del repertorio, pero no vimos ninguna
muestra coreográfica de cierto nivel: más bien parecían coreografías de aficionados.
Por otro lado, la puesta en escena es
austera pero más que suficiente.
El maestro de ceremonias
Enrique Sequero, destacó en su faceta de actor con divertidas presentaciones
cargadas de anécdotas de cada tema y conduciendo todo el show con dinamismo, pero
en lo referente a su faceta de cantante tuvo sus más y sus menos y algunos
temas le quedaron demasiado grandes, “Who wants to live forever” o “Bohemian
Rhapsody”, por ejemplo. Sin embargo, Manuel Bartoll que se encargaba de
coprotagonizar la parte vocal, llevando el peso en los temas más complicados,
brilló con creces. No hubo cambio de tonalidades para que fuera más cómoda la
tesitura de la voz, se respetó el tono original y Bartoll salvó con nota temas
como “Show must go on” o el himno de despedida “We are the Champions”. Su voz
es perfecta para los musicales: sin parecerse a la de Freddie (ni se pretende),
su tesitura y potencia le permiten abordar muchos repertorios distintos. Un
gran cantante.
En cuanto a lo musical, se
mezcla la interpretación en directo de batería, guitarra y bajo con varias pistas
grabadas, principalmente teclados y coros (Queen también lo hacía). Destaca la
labor del guitarrista Jorge Ahijado, que ya tiene mucha experiencia en este
tipo de espectáculos, con la interpretación de los solos ideados por Brian May.
Por lo demás, salvo pequeños errores de sincronía, volúmenes y algún desafine (Bohemian
Rhapsody, por ejemplo), la mayor parte de los temas sonaron potentes y por
instantes casi podíamos sentirnos como parte del público del mítico concierto
del estadio de Wembley, allá por 1986.
“We Love Queen” no
pretende imitar a la banda británica, para eso ya están los argentinos “God
Save the Queen” que lo hacen estupendamente. Este espectáculo busca revivir
aquellas grandes canciones con la complicidad de espectadores de diferentes
generaciones. Lo lograron porque los asistentes se lo pasaron en grande
participando con coros, palmas e incluso con coreografías desde sus asientos en
este espectáculo tributo a una de las bandas más imperecederas de todos los
tiempos. Y aunque tenga sus errores la idea es un éxito y el público se fue
feliz. Queen forever.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
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