lunes, 20 de diciembre de 2021

The Gospel Times: gospel por todo lo alto

 


The Gospel Times, Festival “Los Grandes del Gospel”. Teatro Jovellanos, domingo, 19 de diciembre de 2021. 


“Grandes del Gospel” es el encuentro prenavideño que se da cita en el Teatro Jovellanos cada año y en esta ocasión el título del programa define perfectamente al grupo  “The Gospel Times”, porque eso son los neoyorquinos, grandes  entre los grandes del gospel. Sin duda, el mejor concierto de la edición y de los últimos años.


La presencia de un piano de cola como único acompañamiento ya prometía y una vez en el escenario la sobria y elegante puesta en escena (sin túnicas) y cuatro voces (tres femeninas y una masculina), aventuraba un concierto de nivel, pues no hay un gran coro o instrumentos que puedan rellenar o suplir ciertas carencias, como en otras formaciones.


“We’ve Come to Sing”, un tema habitual de los coros de gospel abrió el concierto y pudimos apreciar la calidad del pianista Michele Bonivento, cuya introducción marcó la diferencia. El arreglo de “When I Rose Up This Moorning”, tema que ya escuchamos más veces en este festival en las voces de “Mississippi Mass Choir” (y alguno más), estuvo fantástico por el equilibrio de voces y por el potente final. Aunque, sin duda, la intervención de la voz masculina en el clásico de origen desconocido “This Little Light of Mine”,  dejó al público impactado. Sensibilidad, fuerza, afinación y mucha garra definen al tenor que también nos deleitó con unos pasos a lo “Moonwalk” y se ganó una gran ovación. 


Sorprendió  “Wade in the Water”, un espiritual muy antiguo que versionó la cantante Eva Cassidy acertadamente en su día, volviendo a ponerla en el repertorio de muchas bandas. La versión del quinteto contó con la participación del público y ganó con sus arreglos vocales y la elegancia del piano. El resto del repertorio fue a base de clásicos de estos conciertos: “Amazing Grace”, “Amen”, “When the Saints…”, villancicos…, sin embargo, la calidad y la simpatía de “The Gospel Times”, dejaron este show como único y singular. 


Si bien es cierto que en esta formación podemos encontrar hasta doce componentes dependiendo del show, el quinteto que actuó en el Jovellanos fue, quizás, la mejor selección. Divertidos, afinadísimos, con voces muy potentes y muy profesionales cerraron esta edición del góspel en Gijón por todo lo alto y afianzaron la afición al género a unos cuantos adeptos que abandonaron sus butacas con un subidón de alegría. Porque el góspel es como un virus contagioso y porque, sin duda, esta es una de las mejores bandas que han pasado por este teatro en los últimos años.


Crítica publicada en La Nueva España


sábado, 18 de diciembre de 2021

Spirit of New Orleans Gospel Choir: La versión más comercial de Nueva Orleans

 


“Spirit of New Orleans Gospel Choir”, “Los Grandes del Gospel”. Teatro Jovellanos, viernes, 17 de diciembre de 2021.

 

¿Se imaginan un concierto de góspel en el Teatro Jovellanos sin cantar “Oh, happy Day”, “Amen” o “When the Saints go Marching in”? Yo no. De hecho, año tras año todas las bandas, vengan de cualquier lado del Mississippi que sea o de procedencias más lejanas, cantan una y otra vez las mismas canciones. Puede que en distinto orden y algunas con mejores arreglos que otras, pero el repertorio tiene muy poca variación. Y está bien porque se supone que es lo que el público quiere, sin embargo, ya que tenemos la oportunidad de escuchar a grandes voces negras y formaciones corales de lujo en el género ¿no sería más enriquecedor tener un poco de variedad y poder acercarnos a lo que cantan en sus templos o congregaciones más frecuentemente?  

 

 En esta ocasión abrió el festival “Spirit of New Orleans Gospel Choir”, una banda consolidada que gira por Europa año tras año con distintos componentes desde la década de los 90’. El presentador nos recordaba la dificultad de escuchar a una formación americana en estas tierras, entre otras cosas porque muchos no se quieren poner las vacunas o porque tienen miedo a volar por la pandemia. Superados todos estos inconvenientes vinieron a presentar su espectáculo “The Sounds of New Orleans” y arrancaron con un complejo tema a medio camino entre el blues y el góspel. Había dificultad para afinar con tantas modulaciones y cambios de tono, pero lo salvaron como pudieron. Y ya para el segundo tema pusieron a todo el público en pie, participando con coros, palmas y balanceos a ritmo Funky. Entrega total por parte de la butaca con el aforo completo.

 

La preciosa balada “The Wind Beneath My Wings” escrita por Jeff Silbar y Larry Henley, fue defendida por la cantante más joven (o eso parecía) de la formación con una exhibición de malabarismos vocales muy arriesgados, brillando sobremanera en sus agudos y sobreagudos. Y después de ofrecer una versión de “Amazing Grace”, el himno más popular en los países de habla inglesa, en otra de las voces -muy potente y un arreglo interesante-, llegó el famoso “Oh Happy Day”, un tanto alargado. Si el sexto tema del concierto es este himno significa que queda poco para el final y que el resto de los temas serán de los más populares. Y así fue. El “Hallelujah” de Leonard Cohen fue defendido con mucha garra y una potente voz por una solista que, pese a que tuvo algunos desaciertos de afinación, desató los aplausos del público hasta sacarle las lágrimas de la emoción.

 

Seguidamente turno para una versión góspel del maravilloso “What a Wonderful World” de Louis Armstrong, cantada por una voz masculina de las que transmiten tranquilidad en graves y virtuosismo en agudos. Incluso hubo imitación del rasgado timbre del trompetista. Magnífica versión. Y para finalizar, después de una tanda de canciones navideñas, comenzando por “White Christmas”, finalizaron con “When the Saints Go Marching in” a Rhythm and Blues cañero. Solo quedaba el bis y como no podía ser de otra manera cantaron el tradicional góspel “Amén”.

 

Viniendo de Nueva Orleans, ciudad que simboliza el crisol de culturas y donde surgen algunos de los ritmos musicales más influyentes del mundo -jazz, blues, R&B....-, la formación no podía defraudar. Su dilatada experiencia y su manejo de los tempos consiguió la participación y la ovación del público que aplaudieron hasta enrojecer sus manos. Particularmente y ya que estamos, hubiera preferido un repertorio más autóctono de Nueva Orleans y no tan comercial desde el punto de vista europeo. Pero el público manda.

Crítica publicada en La Nueva España

miércoles, 15 de diciembre de 2021

Notas al Programa de Dmytro Choni

 Notas al programa

Concierto de Dmytro Choni (piano), en el Teatro Jovellanos, 15/12/2021




Organiza: Sociedad Filarmónica de Gijón



El programa que presenta el joven pianista ucraniano Dmytro Choni abarca un gran compendio de estilos compositivos y de técnicas pianísticas complejas y difíciles de acometer en un solo recital. Choni aborda un repertorio con cinco compositores cercanos en el tiempo y lejanos en la concepción sonora. Si bien Schumann y Brahms fueron coetáneos, presentan particularidades un tanto diferentes en su forma de componer. Muchas más diferencias en cuanto a estilos hay entre los tres restantes: Debussy, Scriabin y Rachmaninov. Las aportaciones de todos ellos han logrado expandir las posibilidades sonoras del piano y han contribuido a evolucionar el lenguaje musical. Así, las piezas seleccionadas para el recital nos permiten entender y diferenciar características y peculiaridades de cada uno de estos grandes compositores. Sin duda, estamos ante un recital de gran envergadura por la dificultad, pero también vamos a escuchar un concierto que triunfará por la belleza de sus obras.

 

Claude Debussy (Germain-en-Laye, 1862 - París, 1918)

 

No revoluciono nada; no destruyo nada. Voy tranquilamente por mi camino, sin hacer la más mínima propaganda para mis ideas, algo propio del revolucionario. No soy tampoco un adversario de Wagner. Wagner es un genio; pero un genio puede equivocarse. Wagner se pronuncia en favor de la ley de la armonía; soy un partidario de la libertad. La libertad, por naturaleza, es libre. Todos los sonidos que oímos a nuestro alrededor pueden ser expresados. Se puede representar musicalmente todo lo que puede percibir un oído fino en el ritmo del mundo que nos rodea. Algunas personas quieren, ante todo, seguir las reglas; yo sólo quiero expresar lo que oigo. No hay escuela de Debussy. No tengo discípulos. Yo soy yo”.

 

Así se define Achille Claude Debussy en una entrevista concedida a un periodista austriaco y con estas palabras expresa la clave de su música: la libertad.  La búsqueda de sonidos y esa forma de des-entender-se de las reglas de la armonía establecidas llevarán a Debussy a explorar sonoridades y a realizar una gran renovación del lenguaje musical en paralelo al “impresionismo” de la pintura y el “simbolismo” de la poesía. Por lo tanto, y contradiciendo al maestro, Debussy sí es un revolucionario. Sus influencias son muchas y muy variadas, desde el cromatismo wagneriano, hasta el naciente jazz americano o el flamenco, pasando por los modos de la Schola Cantorum, la armonía no funcional rusa y la música de Java que conoció en la Exposición Universal de París, celebrada en 1889 -para la cual se erigió la Torre Eiffel-, entre otras influencias.

 

“Et la lune descend sur le tem qui fut”, fue escrita en 1907 y estrenada por Ricardo Viñes en París el 21 de febrero de 1908. Forma parte del segundo libro de la suite “Images pour piano”, que comprende un total de seis piezas. En ella podemos apreciar una discontinuidad del discurso melódico, como si los temas y las tonalidades se interrumpieran evitando el desarrollo y el lirismo. Todo queda suspendido. Quédense con los primeros compases, que suenan como un gong agudo con sus armónicos para dar paso a una extraña sucesión de acordes, dejando patente el hechizo del compositor por los músicos gamelán javaneses. Más adelante vuelve a retomar el sonido del gong con una sucesión de tresillos que da paso a una melodía en el registro sobreagudo. Finalizando la sección central vuelven a sonar los segundos gongs a modo de recuerdo en una tonalidad diferente. Y ya para terminar, la última parte de esta pieza resume el concepto de impresionismo musical con una sonoridad bellísima.



 

“L’Isle Joyeuse” (La isla alegre), fue compuesta en 1904 con intención de formar parte de la “Suite Bergamasque”, aunque finalmente se publicó como pieza independiente. Debussy quiso plasmar en sonidos la fascinación por el cuadro de Antoine Watteau “L’Embarquement pour Cythere” (Peregrinación a la isla de Citera), isla que desde la Antigüedad tenía un templo dedicado a Afrodita, la diosa del amor. El principio de la partitura señala “Quasi una cadenza” y es de gran dificultad interpretativa, ya que discurre a velocidad de vértigo con la escala de tonos enteros, la escala diatónica y el modo lidio, que actúa de nexo entre las dos escalas.

 



 

Johannes Brahms (Hamburgo, 1833 - Viena, 1897)

 

A Brahms se le atribuye el hecho de ser el compositor alemán que ha llevado el Romanticismo a su máxima expresión. Nacido en un barrio pobre, de niño tocaba el violín, el violonchelo y el piano con su padre por las tabernas del puerto de Hamburgo. La excelente escuela de la calle y una esmerada formación académica de la mano de Kossel y Edward Marxsen, le llevaría a convertirse en un extraordinario pianista, más por su expresividad que por su técnica. Admirado por sus contemporáneos, será Schumann quien pronto ve en el joven pianista una especie de “Mesías” para la música alemana, cuando contaba con tan solo 20 años. Se había creado así un serio rival de la “Nueva Escuela Alemana” que se había estado desarrollando en los últimos años, siendo Liszt uno de los representantes más destacados de esta. Y es bien conocido que entre Brahms y Liszt no había admiración. Brahms critica a Liszt porque presta mucha atención a los efectos externos y muy poca al sentimiento, al mismo tiempo que desprecia la tradición y es irreverente con el pasado. Brahms no quiere saber nada de la música con programa; para él la música se basta a sí misma y aboga por indagar en el pasado para encontrar modelos en los que inspirarse, siendo sus referentes Bach, Haendel, Haydn, Mozart y, sobre todo, Beethoven.

 

Su producción para piano fue una constante en su vida, siendo artífice de tres grandes sonatas y un gran catálogo de piezas de diversos géneros, entre ellos variaciones fantasías, caprichos, etc. Al final de su etapa intermedia, caracterizada por haber alcanzado una brillante madurez, compone las dos “Rapsodias op. 79 durante una estancia veraniega en Pörtschach y estrenadas por el propio compositor en Krefeld, el 20 de enero de 1880. A partir de estas dos piezas se establece un largo periodo de silencio en la composición pianística; pasarán doce años hasta que vuelva a componer las 20 piezas cortas de 1892 en su prodigiosa etapa final.

 

Las dos piezas que conforman el op. 79 están dedicadas a su amiga y talentosa pianista Elisabeth von Herzogenberg, quien propuso a Brahms llamarlas “Rapsodias”, pues el compositor prefería simplemente la denominación “Klavierstücke” (piezas para piano). Presentan unas características singulares y únicas en la producción brahmsiana para piano y conforman una estructura con distintas versiones de la forma sonata en modo breve.

 

La Rapsodia nº 1”, en carácter Agitato y en tonalidad inicial de Si menor, es la más amplia y contiene una melodía popular a modo de cita a Schumann publicado en el noveno número de su “Álbum para la Juventud”, Voksliedchen.

 

La Rapsodia nº 2”, Molto appassionato, ma non troppo allegro y en tonalidad de Sol menor, tiene forma de Allegro de sonata con exposición (que se repite), desarrollo y recapitulación. En la exposición aparecen cuatro breves temas o motivos bien diferenciados. En el desarrollo toman protagonismo los motivos primero y cuarto de la exposición y en la breve recapitulación tienen lugar variaciones que terminan con una coda bien marcada.

 

 

Alexander Scriabin (Moscú, 1871-1915)

 

El pianista y compositor, contemporáneo de Rachmaninov y Debussy, fue uno de los compositores claves del siglo XX, siendo uno de los mayores artífices del postromanticismo y el atonalismo. Su corpus para piano abarca más de doscientas piezas y diez sonatas en las que se refleja su evolución compositiva, con influencias que van desde Chopin en sus primeros años hasta la exploración de los límites de la armonía tonal. Su peculiar sentido sinestésico, su afición a la filosofía y su pasión por el misticismo le llevó a creer que su obra era un mundo superior de conocimiento.

 

Sonata para piano núm. 4 en fa sostenido mayor, op. 30”, fue compuesta en tan solo dos días del año 1903 y publicada en 1904. Estructurada en dos movimientos, Andante y Prestissimo volando, es una de las sonatas más cortas y brillantes de su producción y está llena de contrastes. Finalizada su composición, Scriabin escribió un poema para explicar su significado y está considerada como el inicio del nuevo lenguaje musical, único y personal, del compositor ruso. El primer movimiento está basado en un solo tema y presenta armonías muy sugerentes, con acordes de novenas sostenidas o quintas aumentadas, así como el “acorde de Tristán” que aparece ya en el séptimo compás, llamado así por ser el primer acorde del Preludio de la ópera “Tristán e Isolda”, de R. Wagner. Los dos movimientos se tocan sin interrupción, siendo el segundo de difícil ejecución con un cierre brillante.

 



 

Robert Schumann, (Zwickau, 1810 - Bonn,1856)

“Uno es músico cuando tiene la música no en los dedos, sino en el corazón”, escribía Schumann una vez asumido que no podría ser concertista de piano, tras el fracaso de aquel artilugio inventado para que sus dedos fueran más deprisa. Poco tiempo después comienzan sus episodios depresivos y en los periodos de lucidez desarrolla una intensa creatividad que le llevan a componer grandes obras de arte. En 1834 funda la Nueva Gaceta Musical, en la que revela a Chopin, Brahms y a otros músicos desconocidos.  Poco tiempo después de fundar la revista inicia su relación con la pianista Clara Wieck, hija de su antiguo profesor de piano, con la que compartirá el resto de su corta vida.

“Novelletten en fa sostenido menor, op. 21, núm. 8”. La obra fue compuesta en 1838, en un periodo muy fecundo para Schumann. El título hace alusión a la soprano Clara Novello por cuya voz el compositor sentía fascinación, aunque está dedicada a Clara Wieck. Schumann le explica a su futura esposa a través de una carta, que el título “Novellettes” se debe a que tu nombre es Clara, y “Wieckettes” no suena lo bastante atrayente”. Se trata de una serie de ocho piezas para piano compuestas con la idea de interpretarse como una obra integral, sin embargo, es más frecuente que se realicen con éxito por separado. En este concierto escuchamos la octava pieza, la más larga y desarrollada de todas. Estructurada en dos grandes partes contrastantes, hace referencia a Clara Wieck a través de una cita de la melodía de “Soirées musicales, op. 6 no. 2”, compuesta por Clara dos años antes. Está considerada como una hermosa y romántica declaración de amor. 

Sergei Rachmaninov, (Semiónov, 1873, Los Ángeles, 1943)

El catálogo de obras del ídolo musical, compositor, pianista y director del Bolshoi es extenso y sus grandes obras le han convertido en uno de los últimos grandes compositores del postromanticismo y uno de los pianistas más influyentes de la historia. Ríos de tinta se han escrito sobre la agilidad y la longitud de sus dedos, hecho que se confirma por la digitación y la extensión interválica de sus partituras, convirtiéndose así en uno de los compositores más difíciles de interpretar. Desconocemos la medida de los dedos del pianista Dmytro Choni, lo que sí sabemos es que esta última obra con la que se cierra el recital requiere una gran agilidad física y mental para llevarla a buen término.

“Sonata para piano núm. 2 en Si bemol menor op. 36”.  La sonata elegida para el recital fue escrita en 1913 cuando Rachmaninov cumplía 40 años, tras un breve respiro después de una agotadora gira de conciertos. Compuesta en alternancia con su gran obra coral “Las Campanas” coincide con el año de estreno de “La Consagración de la Primavera”, de Igor Stravinsky. La Sonata no. 2 es una obra extensa que fue revisada en 1931 por el propio autor, después de finalizar las “Variaciones Corelli” y publicada por Gutheil inmediatamente, convirtiéndose así en la versión de referencia. En esta revisión recortó largos pasajes de virtuosismo pianístico, suprimió 120 compases y simplificó la textura para darle más claridad. Estructurada en tres movimientos, el primero se inicia en Allegro agitato con un arpegio descendente que desemboca en dos acordes acentuados bruscamente, dando paso a exuberantes tresillos y seisillos que fluyen como olas. 



Sin interrupción se presenta el segundo movimiento, más calmado y melancólico, especificado con carácter Non allegro. La calma precede al último movimiento, Allegro molto, en el que otro arpegio descendente da paso a la traca final, con un gran despliegue de energía, de velocidad y de contrastes característicos del compositor ruso.


  

Tomen asiento, cojan aire y prepárense a realizar un recorrido por laberintos pianísticos de gran dificultad, pasajes vertiginosos y rincones con una belleza desbordante. ¡Disfruten!

Mar Fernández 

domingo, 5 de diciembre de 2021

Mayumaná no defrauda

 


 

Mayumaná: “Currents”. Teatro de la Laboral, sábado, 4 de diciembre de 2021.

“Currents” es el último espectáculo del grupo israelí Mayumaná y está inspirado en la disputa de dos de los grandes inventores de la historia: Thomas Alba Edison (corriente continua) y Nikola Tesla (corriente alterna) y fue creado para el Festival de la Luz de Jerusalén hace algunos años. Esta propuesta, que ha rodado por países de todo el mundo y con un gran éxito, ocasionó tres pases en el Teatro de la Laboral durante el fin de semana, atrayendo a un público familiar, principalmente, que no se sintió defraudado.

 

Puede que estuviera inspirado en la batalla de Tesla y Edison, sin embargo, había que echarle imaginación para encontrar el hilo conductor. Más bien sigue la línea de otros anteriores, basado en un conjunto de números coreográficos independientes unos de otros y algunos ya vistos con algún lavado de cara. Aun así, es un espectáculo al que pocas pegas se le pueden poner. Todo está estudiado al milímetro y no hay nada que se deje al azar y, aunque se repitan números siguen resultando atractivos y novedosos.

En el primer número justificamos la inspiración en Tesla, pues gracias a él fue posible el sonido de una guitarra eléctrica tocada por uno de los ocho componentes. También queda justificada la inspiración en Edison por las imágenes proyectadas de una ciudad que poco a poco se va iluminando. Mientras, el resto de la formación hace ritmos con cubos de basura, uno de los “instrumentos” que no puede faltar en una coreografía de Mayumaná. Aunque sabemos que el sonido que se escucha no está producido por el golpeo de un contenedor de basura el efecto es tan potente que obviamos esos detalles engañosos. En “Currents” no solo hay buenos bailarines y percusionistas, los técnicos de sonido son una parte fundamental de este espectáculo.

 

El nombre del grupo es una variación de la palabra hebrea “mayumanut”, que significa habilidad o destreza. Qué mejor nombre para poner a una formación creada por Boaz Berman hace 25 años, que empezó con la premisa de generar sonido con cualquier objeto: desde cubos de basura hasta tuberías y aletas de natación. Y, además, tienen la habilidad de llegar a un público muy heterogéneo y crear la ilusión de que cualquiera puede llegar a su casa, coger un par de sartenes y ponerse a tocar para toda la familia sin levantar dolor de cabeza. Lo que hace Mayumaná parece fácil, pero es muy complejo y, además, cada espectáculo es más sofisticado que el anterior.

También destaca la complicidad con el público, resaltando el número en el que un beatbox hacía partícipes a algunos espectadores entre las butacas, micrófono en mano y gel hidroalcohólico, por si las moscas. Uno de los sketches más llamativos fue el de las “patatas fritas” y entre los duelos de percusión, bien con instrumentos caseros (aparentemente) o con instrumentos reales, y las exhibiciones coreográficas de bailarines de alto nivel, se generó un espectáculo en el que no hubo tiempo para el aburrimiento o la desconexión. A juzgar por los aplausos y por las colas que se formaron en el hall del teatro para fotografiarse con los artistas al final del espectáculo, cumplió con las expectativas ampliamente.

Crítica publicada en La Nueva España