Laboral,
Centro de Arte y Creación Industrial. “Encuentros de música electroacústica”.
Fundación Municipal de Cultura. Viernes 20 de Marzo.
La quinta edición de
“Encuentros de música electroacústica”, llegó a su fin con un concierto
singular cuyo título despertaba curiosidades: “Concierto para Instrumentos
Aumentados”. ¿Aumentados? Esto es nuevo.
Para los seguidores de la música
contemporánea hablar de indeterminación,
uso del azar, happening, performance, arte multimedia… es habitual, ya que
son términos que forman parte del
acervo de las vanguardias del siglo XX. Sin embargo no olvidemos que estos
términos, o mejor dicho estas prácticas (el término suele darse a posteriori),
surgieron en encuentros similares al
ofrecido por iniciativa del Taller de Músicos de Gijón. Posiblemente no con tanto bombo y platillo, ni con tantos
medios económicos, como los encuentros
en el Black Mountain College de los años
50’ ( por poner un ejemplo), donde se reunían muchos artistas como John Cage, Merce Cunningham o la mismísima Yoko Ono, pero la esencia es la misma. Se trata de dar cabida a iniciativas de
intérpretes y creadores sonoros que buscan la experimentación del sonido más
allá de los cauces habituales.
En esta ocasión se
apuesta por la experimentación con
instrumentos tradicionales valiéndose de la tecnología para “aumentar” las posibilidades sonoras de los mismos. Así
pudimos disfrutar de diferentes propuestas de la mano de músicos con gran peso
curricular, unas con más acierto que otras, pero al fin y al cabo todas innovadoras porque de eso se trata.
El violinista Alejandro
Morán abrió el concierto con una composición inspirada en la Grecia épica titulada
“Demodocos Geistesblitz para violín aumentado”.
Mediante una pastilla adherida al instrumento capta la sonoridad y la
transmite a un ipad para que procese el sonido y lo aumente a base de echos, delays
y resonancias, al mismo tiempo que juega
con diferentes tesituras y dinámicas para crear efectos imposibles en un violín
tradicional. La propuesta de la segunda obra “Elogio de lo
ausente”, tocando en un piano de juguete
un tema de Schumann y “aumentando” el
sonido por medio de un piano grabado y un altavoz me pareció interesante sobre
el papel, pero el resultado final no me convenció.
Buenas sensaciones causó “Momentum
Kinésica” para guitarra, electrónica en vivo y dos guitarras solas. Moisés
Arnáiz toca en directo una guitarra que transmite el sonido a otras dos
apoyadas en sus soportes, haciendo que resuenen a la vez. El sonido
es procesado a través de un ordenador
y el sonista Honorino García, mediante una Xbox, lo captura con sus manos y
lo mueve a través de movimientos similares al tai chi.
“Transducción Aérea” de
Francisco Javier Rodríguez fue compuesta para esta ocasión. La idea es aprovechar las TICs y dotar al
instrumentista de la capacidad de controlar el sonido activando o desactivando
los procesos a tiempo real. Mediante un
sistema de cuadrafonía el sonido viaja por todo el espacio físico que ocupa el
escenario donde se halla el público, transmitiendo sonoridades curiosas. El concierto finalizó con la obra “Turbo” de
Alfonso Mollá (tuba) y Miguel Fernández (sonista), donde se apuesta por la
improvisación y se aprovecha el espacio interactuando con el público.
No sé si esto de
“instrumentos aumentados” se verá alguna vez reflejado en los libros de
historia de la música, lo que sí sé es que hay que apoyar en la medida de lo
posible este tipo de iniciativas y darle cabida a artistas que no se conforman sólo
con reproducir patrones estandarizados.
Crítica para el periódico La Nueva España.