Estopa: Festival Metrópoli Winter Edition. Palacio de Deportes Adolfo Suárez. Sábado, 21 de diciembre.
Veinte años llevan los hermanos Muñoz encima de los escenarios partiendo la pana, y a lo largo de su decena de discos se han ganado a pulso el título de reyes de la rumba catalana, con permiso de Peret que en paz esté. Mucho mérito tienen los de Estopa, de hecho pueden presumir de haber creado himnos que forman parte del acervo de varias generaciones. Así se demostró en Gijón, con un público ansioso porque empezara el concierto, abarrotando el recinto del Palacio de Deportes para recibir a los de Cornellá.
“Fuego” es el álbum nuevo que presentaron con motivo del vigésimo aniversario. Nada nuevo nos cuentan David y José, es un poco más de lo mismo. Pero tampoco les hace falta, porque ellos, desde “La Raja de tu falda” han encontrado la manera de conectar con su público contando cosas cotidianas, con las que todos nos podemos sentir identificados. No son un producto prefabricado de los que se apuntan al reggaetón o al ritmo que esté de moda, son coherentes con su forma de entender las canciones y funciona bien.
Un acorde y una sola palabra era suficiente para que el público reconociera las canciones y cantara todos los versos de principio a fin. Así pasó con “Fuí a la orilla del Río”, “Vino Tinto”, “Pastillas de freno”, “Ojitos Rojos”, “Tu Calorro” o “Como Camarón”, entre otras. ¿Quién no conoce estas canciones? Lo curioso es que también sucedía con los nuevos temas de su disco “Fuego”, que lleva pocos meses en el mercado y ya tiene éxitos como “Atrapado” o la simpática “Pobre Siri”, cuya letra no tiene desperdicio.
La puesta en escena también ha estado a la altura, con proyecciones de vídeo mezclando imágenes grabadas con imágenes en directo, creando un escenario muy bonito y cargado de colorido. Además, los de Estopa se acompañan de una banda de músicos que tuvieron oportunidades para demostrar su calidad como instrumentistas. Parte de ellos ya figuran en los créditos de la grabación del disco “Fuego”, como el teclista Nacho Lesco, que ofreció destacados arreglos en “Ya no me acuerdo”, entre otras. El percusionista cubano Luisito Dulzaides aportó riqueza rítmica al firme pulso de Anye Bao, un batería que hace historia en el rock español por haber colaborado con grandes como Luz Casal, Raimundo Amador, Ketama, Héroes del Silencio, Rosario Flores y un sinfín de artistas. Las guitarras flamencas de Juan Maya más que escucharse se adivinaban, porque el trabajado espectáculo de ritmo y sonido que ofreció Estopa quedó ensombrecido por la pésima calidad acústica del recinto. Dicho sea de paso, me reitero una vez más en expresar que que a Gijón le hace falta un recinto adecuado para albergar conciertos multitudinarios. Y parece que este tema no le preocupa a nadie.
En definitiva, la tribu astur estuvo con los de Estopa de principio a fin. Ellos hicieron su trabajo muy bien y el público respondió con muestras de cariño y gratitud. Comentaba una chica a la salida: “meses esperando por este concierto y ya se acabó todo”. Pues sí, el concierto se acabó y el público lo recordará por haber disfrutado mucho. ¡Qué más se puede pedir!
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España