Umberto Eco, para ilustrar su pensamiento sobre los
movimientos pop y la cultura de masas, en los años 60', contaba en una entrevista lo siguiente: Picasso acababa de terminar el retrato de Gertrude Stein y
alguien le objetó que no se parecía a su modelo. Picasso contestó: “Ya se le parecerá”. Con
ello no quería decir que Gertrude Stein envejecería o cambiaría para llegar a parecerse a su
cuadro; quería decir que, desde aquel momento, los demás empezarían a ver a Gertrude Stein a través del filtro de su cuadro, con lo cual
las semejanzas se habrían establecido.
Numerosos teóricos, filósofos, sociólogos, economistas….han hablado
y escrito cientos de páginas sobre lo
que se conoce como “Cultura de Masas” a
lo largo del siglo XX. Las posturas han
ido oscilando a favor y en contra a lo
largo de las décadas, si bien es cierto que en un primer momento, con las
teorías de Adorno, los argumentos
eran radicalmente opuestos a esta cultura emergente, según han pasado
los años parece que se han suavizado, y
ya las últimas opiniones tienden a ver
más elementos positivos que negativos.
La industria musical tiene poder para manipular los
gustos de los consumidores, en base a una rentabilidad económica, -objetivo
final del mercado en una sociedad capitalista-. Su capacidad para fabricar a escala masiva
productos, ideas, estéticas, estilos, sueños e ilusiones provoca -en numerosos casos- una tendencia a
la estandarización y a la repetición de productos que “funcionan”.
Picasso plasmó en el
lienzo una serie de rasgos de la fisonomía de Gertrude Stein, destacando lo que le parecía más conveniente
y desechando otros rasgos que, quizá para otros ojos serían más destacables. La industria musical también plasma en sus productos finales una serie de
rasgos que definen un estilo,
sub-estilo, género o tendencia, y al
mismo tiempo desechan otros rasgos. Entonces
¿Qué diferencia hay entre Picasso y la
industria musical? En su forma de proceder ninguna, diría yo, pero la diferencia más importante está en los criterios, puesto
que Picasso lo hace según su propio criterio y la industria musical actúa en
base a cuotas de mercado. Pero, ¿estamos seguros de que Picasso no actuaba igual que
la industria musical (en base a cuotas de mercado)? La respuesta es sí, estamos
seguros, porque si no fuera así no sería
el gran genio creador español. Y si es
así ¿por qué contestó “Ya se le parecerá”?
Hay una tendencia generalizada a pensar que detrás de la industria
musical, creadora de culturas y de productos para las masas, existen mentes
oscuras y malévolas con una única
finalidad: enriquecerse económicamente a costa de la “masa” pasiva y sin
capacidad para pensar. Y tendemos a olvidarnos de que detrás de todo esto
también hay “genios creadores” que no firman su producto con su propio nombre,
sino que lo hacen a través del sello de una discográfica, pero no por ello son
menos geniales y menos creativos.
Por otro lado, si bien es cierto que una parte de la
sociedad, “masa”, no tiene criterios de selección y actúa de forma pasiva, consumiendo “lo que
le echen”, nos olvidamos de que la norma de nuestro tiempo se basa en la
diversificación, la cual ha inundado
todos los campos de la cultura: las plataformas multimedia (spotify, itunes,
youtube…), las revistas especializadas,
los canales de televisión, la infinidad
de emisoras de radio, la oferta cultural que se desarrolla en cada
ciudad o pueblo,... Según un artículo de
la revista Rolling Stone, (creo que fue publicado en el 2010), cada año se
graban y editan una media de 250.000 discos y la tendencia va aumentando
exponencialmente con los años. Esto ha
hecho que los consumidores hayan logrado una autonomía suficiente para que no
sean manipulados, si no quieren serlo. Lo que está claro es que en sus manos
tienen la última decisión.
Los detractores de la cultura de masas suelen formular sus
teorías en base a los mismos o similares argumentos: el consumidor pasivo, la
mano negra manipuladora de la industria, la ignorancia de la masa… “La
cultura vulgar contemporánea es brutal y perturbadora” decía Leslie Fiedler en The
Middle Against Both Ends, (1957).
Creo que respecto a esto no deberíamos
olvidarnos de que todos pertenecemos a la masa y todos formamos parte de ella
en muchas de sus facetas. Puede que yo sepa algo de música y, por lo tanto, sea muy selectiva a la hora de escuchar lo que
quiero, pero tan sólo sabría nombrar un par de títulos de revistas de comics actuales, no podría
llegar a decir el nombre de 10 arquitectos (actuales) y probablemente no sabría diferenciar ni nombrar ningún estilo o
corriente de la pintura asiática (ni actual ni antigua). Conclusión: yo también soy de la masa ¿y qué?