Festival Internacional de Piano de Gijón. Jardín Botánico, sábado 18 de agosto
Una cálida noche de agosto, con la temperatura adecuada (ni frío ni calor) y un entorno precioso como es el Jardín Botánico, resulta perfecto para escuchar un concierto monográfico sobre Claude Debussy. El Festival Internacional de Piano de Gijón en su XIX edición, quiso rendir homenaje a uno de los más grandes compositores de todos los tiempos en conmemoración con el centenario de su muerte. Para ello contó con cinco pianistas solistas y dos dúos a cuatro manos que ofrecieron pinceladas de la profusa obra pianística del compositor, abarcando algunas de sus distintas etapas.
La joven pianista Ariel Mo fue la primera en subirse al escenario, abordando tres estudios de gran dificultad pertenecientes a un corpus de veinticuatro estudios publicados en dos volúmenes, que sintetizan la técnica de escritura y la complejidad armónica adquirida por Debussy en la etapa final de su vida. No hay evocación a imágenes o argumentos poéticos, es pura técnica al servicio de la interpretación pianística, y buena técnica es lo que demostró Ariel al interpretar los estudios No. 5, No. 10 y No. 11, dedicados a la memoria de Chopin. Aunque no son los más difíciles recordamos las palabras que Debussy manifestó a su editor Durand acerca de ellos: “Mis estudios causarían horror a sus dedos”.
Era el turno para la pianista Stephanie Draughon que interpretó la obra más famosa del compositor para piano, “Claro de Luna”, correspondiente al tercer movimiento de la “Suite Bergamasque”. Una obra inspirada en un poema de Verlaine y asociada a la cultura impresionista en la que Stephanie supo captar la intención contemplativa, entre melancólica y sensual y transmitirla a un auditorio que expresaba su satisfacción a través de intensos aplausos. También muy aplaudida fue la interpretación del “Arabesque No. 2”, una pieza de juventud con predominio de escalas pentatónicas y trinos.
La coreana Soyoung Jung, a la que podremos volver a escuchar el próximo miércoles en el homenaje a Jesús González Alonso en el Teatro Jovellanos tocando la obra más conocida de Gershwin, Rhapsody in Blue, hizo gala de su conocimiento sobre Debussy y su inspiración en la naturaleza interpretando las tres primeras piezas de la obra “Imágenes”. En esta obra Debussy muestra una gran capacidad para sugerir sin nombrar a través de la música y su primera pieza, “Reflexiones en el agua” es una buena muestra de ello. Su interpretación fue exquisita, al igual que la pieza “Homenaje a Rameau”.
Obras más fáciles fueron las interpretadas a cuatro manos por los hermanos Carmona Gómez y por el dúo Baik/ Hartmann. Aunque más fáciles igual de hermosas y bien ejecutadas. También con precisión Forrest Howell abordó la interpretación de “Images Oubliées” (imágenes olvidadas), una obra cuyo título ha sido premonitor, pues es muy poco interpretada. Por suerte Forrest Howell refrescó la memoria de los amantes de Debussy.
La breve pieza “L’isle joyeuse”, interpretada con solvencia por la rumana Andra Margineanu, puso el broche final a un concierto que parte de una buena idea y se concreta en una noche mágica.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España