Festival Tsunami Xixón. Patio de la Laboral. Sábado 5 de agosto.
El cierre de la segunda edición
del Tsunami Xixón no fue tan redondo como cabría esperar y no por cuestiones de
calidad, ya que la selección de bandas de primer nivel estuvo a la altura de la
anterior edición. Momentos de auténtico pánico tuvieron que vivir los
organizadores de este festival - hasta el momento estaba siendo todo impecable-,
cuando fueron informados del retraso del
avión de los californianos Lagwagon y, por lo tanto, había que trastocar todos
los horarios previstos para los últimos cinco grupos. Casi nada.
En el lugar y en el escenario de
Lagwagon salieron a darlo todo los donostiarras “Niña Coyote Eta Chico Tornado”
que tendrían que haber actuado en el escenario pequeño. Con buena actitud
punkarra, el guitarrista Koldo Soret y la batería Úrsula Strong hicieron lo que
pudieron para rellenar ese pedazo de escenario ellos dos solos. Al menos pudimos ver a una mujer en el
escenario sin que esté detrás de un micrófono.
A ver si toman nota los de la organización y traen alguna banda más
femenina para la próxima edición que “haberlas haylas”, es cuestión de querer.
Como iba diciendo, Úrsula defendió su papel en la batería sin virtuosismos pero
con buena pegada y los dos solos se ganaron a una gran mayoría de público con
ganas de punk radical.
La superbanda sueca “The Hives”
puso a las 20.000 personas asistentes a botar con sus grandes éxitos “Hate to
Say”, “Walk Idiot Walk” o “Tick Tick Boom”, entre otros. Su potente directo se aleja bastante del
sonido garagero que asoma por su discografía.
Simpáticos y con buena puesta en escena se esforzaron por hablar en
español y de interactuar con el público, a veces estirando demasiado los temas
para rellenar tiempo. Aun así, muy
buenos.
Los que no se molestaron en
absoluto por interactuar con el público fueron las estrellas del festival. La actuación de Bad Religion comenzó media
hora antes de lo previsto para facilitar la nueva organización de horarios y
sin concesiones ni apenas mediar palabra “escupieron” más de treinta canciones
una tras otra. Puntuales se subieron, hicieron su trabajo y puntuales se
bajaron, como si de un trabajo de oficina se tratara. Y de Bad Religion no hay
más que contar, excepto que la maquinaria rítmica no estaba suficientemente
bien engrasada. El resultado es que no tuvieron su mejor noche y que este
concierto no pasará a la memoria de sus nietos, aunque posiblemente se quede
para siempre en la memoria de los miles de fans que se congregaron para verlos
y corear todas sus canciones.
Después de Bad Religion hubo que
esperar un buen rato por la actuación de los californianos Lagwagon, causantes
de todo el trastorno horario. El tiempo que llevó el cambio de instrumentación
provocó que el público se enfriara e incluso muchos optaron por irse. La banda
de skate punk hizo todo lo que pudo por satisfacer a su público y en parte lo consiguió, a base de buenas
canciones bien tocadas con potentes distorsiones. En definitiva, no fue el
cierre que hubiéramos deseado, aun así,
se cierra otra edición de Tsunami que sitúa a Gijón en lo más alto de la
escena punk- rock.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
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