Skindred”, “Medalla”, “Clutch”, “Syberia” y “Airbourne”.Tsunami Festival, sábado, 30 de julio de 2022
Última sesión de la cuarta edición del Tsunami y el nivel sigue subiendo. Sorprende “Skindred” por su originalidad y su estilo indefinible, cuya mejor baza es la interacción con el público. Los miles de asistentes cantaron, bailaron, tocaron el suelo y se desmelenaron a ritmo de “Nobody”, entre muchas otras. Un concierto bien planificado que puso el listón muy alto.
Después, en el escenario pequeño (denominado este año Cristina Zapico) los barceloneses “Medalla”, una banda que se mueve entre el rock alternativo y el post-punk, que tienen gancho y lo hacen bastante bien, pero en esta sesión pasaron desapercibidos entre un cartel con tanta figura internacional.
“Clutch”, era otra de las bandas estadounidenses más esperadas en esta edición y, al contrario que “Skindred”, la conexión con los asistentes fue más bien tibia. Su actuación se reduce a todo un catálogo de efectos y técnicas de guitarra, entre distorsiones y más distorsiones del guitarrista de la banda, sobradamente consagrada tras una docena de álbumes publicados. Mucha técnica pero poco gancho con el público.
Se sabe que la música instrumental no vive sus mejores momentos y, por ello, es de agradecer que los programadores del Tsunami hayan contado con “Syberia”,una banda de rock que se recrea en la búsqueda de la perfección del sonido, creado sobre armonías estándar y huyendo del virtuosismo acrobático. Los aficionados a este tipo de música al borde de la extinción disfrutaron con los catalanes y el resto de los miles de asistentes se tomaron un descanso porque faltaban platos fuertes.
Sonó el primer acorde de "Ready rock" y mareas de gente acelerando el paso hacia el escenario grande para no perderse ni un segundo del concierto de los australianos “Airbourne”, porque había ganas de comprobar de primera mano si la fama de ser los sucesores de AC/DC tiene fundamento. Es difícil sustituir mitos, sobre todo si están vivos, pero “Airbourne” tiene una robustez rítmica que impacta, unos riffs bien elaborados y fáciles de recordar y algunas canciones que ya han calado, como "Breaking outta hell". Y, aunque no son AC/DC los cuatro componentes parapetados con ocho grandes torres Marshall se dejaron la piel en el escenario con lo mejor de sus cinco discos y se ganaron nuevos adeptos. Un gran concierto que casi se ve empañado en los últimos minutos por un fallo del sonido exterior rápidamente solucionado, y entre medias el cantante Joel O’Keeffe demostró sus tablas tirando del numerito de reparto de bebidas para calmar a los miles de asistentes.
“Airbourne” no son AC/DC pero es una banda que merece la pena y que puso la cuarta edición del Tsunami al nivel de las dos primeras. A ver con qué nos sorprenden el año que viene.
Crítica publicada en La Nueva España