Marlango en el
Auditorio del Festival Metrópoli. Miércoles, 5 de julio.
Alejandro Pelayo, pianista y compositor de Marlango, nos
recordaba unas palabras de Bigas Luna: decía que los españoles, para
hacer una buena digestión tienen que criticar, porque ese acto genera unos
jugos gástricos que facilitan la digestión. Acabo de comer, así que
haciendo caso a ese gran director de cine es lo que me dispongo a hacer, a
propósito del concierto de Marlango en el Auditorio del Festival Metrópoli.
Dejando a un lado la mala acústica, nada favorecedora para
cualquier artista, lo peor de Marlango y, principalmente de su pianista, es esa
actitud “elitista” y elevada que parece estar por encima del bien y del mal. La
cita de Bigas Lunas venía por boca del pianista a colación de tirar por
los suelos las músicas de la “radiofórmula”, de los “40 principales” o los
grupos que están de moda. Varias veces hizo alusión a este tipo de cosas. En
fin, parece que lo que hace Marlango es música “auténtica, culta y elevada” y
el resto una basura.
Vamos a desgranar algunos aspectos de su concierto. Lo
mejor del repertorio de Marlango, en su visita a Gijón, es precisamente
lo que no está firmado por ellos. La versión de “Creep” de Radiohead,
“Via con me” de Paolo Conte, “Pétalo de Sal” de Fito Páez, un tema de Paul
McCartney, “El último trago” de Chavela Vargas o la eterna “Ay pena,
penita, pena” de Quintero, León y Quiroga. Coincide que cualquiera de estos
temas nombrados han sido muy populares y han pasado por el tamiz de la
“radiofórmula”, cada uno en su época y en su estilo, claro está. De hecho
algunos son tan antiguos que ni siquiera existía el concepto de “radiofórmula”.
Pero populares al fin y al cabo y convertidos en clásicos cuando atraviesan el
filtro del tiempo. ¿Acaso Rossini, Radiohead o los Beatles componían para las
élites intelectuales? Más bien no, componían para las clases populares. Es el
paso del tiempo y el cambio de mentalidades el que los eleva a otra dimensión.
Y lo mismo puede pasar con Melendi (citado por él), Bustamante o los
reggaetones de moda.
Pero no me voy a quedar sólo con ese aspecto de Marlango.
Es importante resaltar que Alejandro Pelayo es un pianista espectacular.
Casi todos sus arreglos son muy buenos y algunos brillantes. La introducción de
“Si yo fuera otra”, donde hace un guiño a la ópera “Carmen” de Bizet es muy
destacable. También la adaptación a piano de “Dinero”, tema que cuenta
con la colaboración de Bunbury en su disco. Lo mismo diría de “Dame la razón”,
o “Nos ocupamos del mar”. Preciosas son las transiciones de modo mayor-menor
entre estrofas y estribillos de la canción “Vete”, por citar algunos de sus temas
interpretados en el concierto. Respecto a Leonor Watling creo que cantó
con corrección, sin más. Estuvo bastante sosa a diferencia de otros conciertos,
quizás fuera que estaba mal a gusto por la pésima acústica del auditorio. No lo
sé, pero es mucho más audible en sus discos.
En definitiva, espero volver a ver a Marlango en una
actitud más humilde y dedicándose a hacer lo que mejor saben hacer: cantar
canciones bonitas.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España
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