jueves, 6 de julio de 2017

Coque Malla, como los buenos vinos.

Concierto del Festival Metrópoli, Lunes 3 de julio.

Foto: JUAN PLAZA
 
Coque Malla llega a Gijón de la mano de Metrópoli y desde las primeras notas de “Escúchame”, el piano nos sumerge en un tempo ágil que anima y capta la atención del millar de espectadores presentes.  Fuera de lo habitual en el mundo artístico, Coque hace la presentación de cada miembro de su banda a mitad de la primera canción.  Esto dice mucho de la implicación del cantante con sus músicos. Y hace bien, porque la exquisita producción y la amalgama de arreglos orquestados que se escuchan en su último disco “El último hombre en la Tierra”, son difíciles de trasladar a un directo con un quinteto instrumental en formato banda de rock, si no se cuenta con grandes artífices. Por lo tanto, un punto a su favor. 
De su último disco, pudimos escuchar varios temas con arreglos interesantes, como “Lo hago por ti”, un sencillo tema rockero con buen sonido de órgano y riffs de guitarra efectivos. Más pesado y grueso, con un buen diálogo entre el guitarra y el piano tipo Rhodes sonó “Todo el mundo arde”, un tema con una letra bien trabajada. El empaste entre el batería y el bajo, creando una base rítmica creciente hasta sonar grande, llegó con “Me dejó marchar”, uno de los temas más aplaudidos de la noche.  Muy acústico y bonito sonó el tema homónimo del disco, aunque la progresión de acordes para el cambio de tonalidad quedó un poco forzada, pero bien resuelta al final. También hubo dedicación a su hermano Miguel Malla con “Pétalos, sonrisas y desastres”,  un temazo que no tiene desperdicio. En “El Cachorro del León” Coque Malla se lució con un solo de guitarra sin grandes alardes pero bien construido y bien expresado. 

Además, pudimos escuchar algunos temas de “Termonuclear” y de “La hora de los Gigantes”, como el breve “Berlín” o “Hace tiempo”, un country-blues lento en el que el cantante hace alguna estrofa a capella.  El público tardó en acallar el murmullo pero al final, después de desgañitarse, logró que captasen su intención al sumarse el guitarra y el bajista, formando coro a tres voces. La ovación fue sonora. 
Pero, como es habitual, los mayores momentos de empatía con los presentes fueron precisamente al interpretar grandes éxitos de Los Ronaldos.  “Quiero que estemos pegados”, un rock simple y agresivo que se aleja bastante de la sofisticación actual de Coque Malla, funciona para un público que quiere revivir momentos de su adolescencia. Lo mismo ocurre con “Guárdalo”, capaz de animar a algunos asistentes a bailar con sus respectivas parejas.  La máxima ovación de la noche llega con “No puedo vivir sin tí”, el gran éxito de Los Ronaldos que el público conoce y canta de principio a fin.

Con ocho discos en solitario Coque Malla demuestra que hace tiempo que ha aparcado su rebeldía juvenil y sus canciones oportunistas para convertirse en un artista de grandes minorías, que no llenan grandes recintos pero que le siguen fielmente, porque sabe componer y crear historias interesantes. Con los años mejora, como el buen vino, y así lo demuestra con su último trabajo. 

Crítica de Mar Norlander para La Nueva España, publicada el 5 de julio, 2017

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