domingo, 28 de noviembre de 2021

Maika Makovski. Más visual que musical

 


Maika Makovski. Gijón Sound Festival. Sala Albéniz, sábado, 20 de noviembre de 2021.

Tras este periodo extraño de cancelaciones y aplazamientos que nos ha tocado, por fin llega la novena edición del “Gijón Sound Festival” y esta vez coincidiendo con el Festival Internacional de Cine de Gijón; después de tanta escasez se agradece la oferta.  La presentación del octavo y nuevo disco de Maika Makovski titulado “MK MK”, encajaba perfectamente con la esencia de lo que es el “Gijón Sound Festival”, o por lo menos, lo que yo entiendo que es su esencia, ya que en los últimos años me despistan algunos de los artistas escogidos. 

El esperado concierto arrancaba en la Sala Albéniz con una grabación (¿infantil?,¿ebria?), deliberadamente desafinada del poema sinfónico “Así habló Zaratustra”, como banda sonora para subir al escenario a Makovski y sus cuatro acompañantes: y esa música ambiental puede que tuviera su gracia, pero fue molesto para los oídos. Al instante suena “Scared of Dirt”, la primera canción con la que presentó su nuevo disco: dinámica, contundente y pegadiza, provocando la reacción de un público numeroso -dadas las circunstancias-, que quería agitar sus cabezas y moverse por la pista de baile, aunque tímidamente, por si acaso.

“Purpose”, cuyo inicio en directo parecía la mismísima “My Sharona”, evidenciaba una puesta en escena con una cantante que cambiaba de instrumento en cada una de sus canciones. Y eso siempre gusta. La actitud y la estética estaba cuidada al milímetro por todos los presentes encima del escenario, encajando perfectamente con esa pseudofilosofía punk llevada al rock que la cantante ofrece en sus conciertos. Predominio de los colores azul, blanco y rojo quizás, ¿para recordar que este disco ha sido grabado en U.S.A? No hubo presentaciones, ni explicaciones, ni mensajes, ni discursos aleccionadores entre canciones y los temas sonaban uno tras otro sin apenas interacción con el público, excepto para preguntar si estaban a gusto. Tampoco había solos de instrumentos, ni siquiera buenos músicos, aunque, eso sí, la apariencia era de todo lo contrario. Lo que había era mucho ritmo y mucha energía, de hecho, ninguna de sus canciones sitúa al metrónomo por debajo de 80 latidos por minuto.

De este nuevo disco de Makovski se salvan los cuatro videoclips que ha lanzado como promoción, por su calidad visual y poco más. Quizás, “I Live in a Boat”, cuyo ritmo un tanto ortopédico es muy efectivo y engancha. “Reaching out to you” suena machacona y monótona, con efectos grandilocuentes en cuanto a coros. En fin, que nada nuevo en el acervo de Maika Makovski, pero el público se mostraba encantado y vociferaban pidiendo “cabeza de cartel”, aunque una banda con canciones poco coreables es difícil que lo sea. Para finalizar sonó el sencillo “Love you Till I Die”, que tiene cierto encanto, y para el bis dejaron “Tonight”, esa canción de corte popular que cantaron todos arremolinados alrededor del piano.

 Sin duda, Maika Makovski ha conseguido alcanzar un nivel de popularidad -gracias a programas de televisión como “La Hora Musa”- y prestigio entre un sector del público afín a la música más alternativa, que se puede permitir hacer lo que quiera sin tener que dar explicaciones. Haga lo que haga va a quedar bien y sus seguidores le van a aplaudir.  Pero, musicalmente es muy mejorable.

Crítica publicada en La Nueva España 

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