jueves, 16 de mayo de 2019

La sonoridad más romántica de la OSPA

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Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, Hans Graf (director), Leon McCawley (pianista). Teatro Jovellanos, jueves 9 de mayo.

Estupendo y bien vertebrado programa ofreció la OSPA, bajo el título “Legados”; perfecto para constatar el gusto del público del Teatro Jovellanos en torno al Romanticismo en todo su esplendor, con obras de Brahms y Schumann. Como director invitado uno de los grandes, el austriaco Hans Graf que fue director titular de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, del Mozarteum de Salzburgo o de la Houston Symphony y cuenta con numerosas distinciones y premios en su larga trayectoria.  Para completar el programa contamos con uno de los pianistas más importantes del panorama actual, el británico Leon McCawley, experimentado en el repertorio romántico y clásico.

El concierto abrió con la ”Obertura Trágica Op. 81”, una obra en forma de sonata con mucho trabajo temático, compuesta por Johannes Brahms durante el verano de 1880  y estrenada al año siguiente por el propio compositor. Esta peculiar obra se caracteriza por su gran belleza oscilante entre el drama, la tristeza y la pasión más exacerbada. Hans Graf llevó la batuta con firmeza en una interpretación brillante, tan solo ensombrecida por el comportamiento de parte la butaca del Jovellanos, que estuvo especialmente ruidosa entre toses, caídas de objetos varios y el prolongado y molesto crujir de los envoltorios de los caramelitos. Por lo demás exquisita.

El pianista Leon McCawley fue el protagonista de la noche dejando al público impactado con su magistral interpretación del “Concierto para piano en la menor, Op. 54” de Robert Schumann. La obra, estrenada en 1846 por la gran pianista Clara Schumann como intérprete solista, está dotada de gran lirismo y sensibilidad, con marcada ausencia de virtuosismo, compuesta en una época en la que las modas dictaban todo lo contrario. No confundir virtuosismo con dificultad: la obra es de gran dificultad y sólo al alcance de grandes pianistas como McCawley. El primer movimiento, basado en la “Fantasía” escrita unos años antes para su reciente esposa, fue interpretado con agilidad y gran expresividad. La animada cadencia final de este primer movimiento desató la pasión entre el público presente provocando numerosos aplausos, por otra parte bien merecidos y acertados en contra del estricto protocolo social que impide aplaudir entre movimientos. ¿Por qué no? Los dos movimientos siguientes se desarrollaron de manera impecable en las manos de McCawley. El director por su parte, mantuvo un perfecto equilibrio entre los fragmentos pianísticos y los desarrollos orquestales de manera que todo fluía correctamente, dando como resultado una gran interpretación por parte de todos y una gran ovación por parte del público.   



La segunda parte del programa estaba dedicada a la interpretación de la “Sinfonía nº 1 en do menor, Op. 68”  de Brahms, o la “Décima” de Beethoven tal y como la denominó el director y compositor Hans von Bulow. Intenso trabajo por parte de Graf en la dirección de orquesta de principio a fin, pero especialmente en el segundo y el tercer movimiento en contraste con la tensión del Allegro inicial. La obra finalizó con la cadencia al estilo de Beethoven  y se llevó una gran ovación de un público que agradeció la sonoridad del romanticismo.

Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

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