Fito & Fitipaldis en la gira “20 años, 20 ciudades”, con “Muchachito
Bombo Infierno” y “Fetén Fetén”. Palacio de Deportes Presidente Adolfo
Suárez. Gijón, 16 de marzo.
Asistir a un concierto de Fito & Fitipaldis es una experiencia para
recordar. La conexión que se produce entre el público y el escenario desde el
primer instante no sucede con todos los artistas, aunque sean mejores
técnicamente. Fito tiene tal honestidad artística que consigue que el tiempo se pare y el recinto se sumerja
en una burbuja donde prima el buen rollo y el mejor rock and roll. Esto no es
fácil. Y más si tenemos en cuenta que el rock and roll no está de moda. Pero
así fue y el motivo era la celebración “20 años, 20 ciudades”. Por suerte
Gijón es una de las veinte privilegiadas.
De telonero “Muchachito Bombo Infierno”, divertido y espontáneo como de
costumbre, calentó el ambiente con sus rumbas con toques roqueros y buscó la
complicidad del público que respondió gustoso con palmas y cantando
estribillos, sobre todo en “Ojalá no te hubiera conocido nunca”. Sus rítmicas
con la guitarra son vertiginosas y merecidamente muy aplaudidas.
Llegó el momento esperado. Tras la presentación con un cortometraje animado
salió el bilbaíno, guitarra en mano, para cantar “Siempre estoy soñando
contigo” y el público a sus pies. Impecable puesta en escena, buena
ecualización, buena presión sonora (difícil de lograr en este pabellón, por lo
tanto un aplauso para el técnico de sonido) y sobre todo musicazos. Llegó el
primer solo de Carlos Raya y hubo que contener la respiración: técnica,
precisión y mucho que contar con el slide durante treinta y dos compases. Y es
que hay buenos solos de guitarra y luego están los que te obligan a exhalar
algún “Guau”. Esos son los solos del maestro Raya que, además, prepara
sus guitarras a conciencia. Y así durante todo el concierto: como ejemplo
“Garabatos”, “Todo a cien” o “Por la boca vive el pez”, en el que también
destaca el saxofonista Javier Arzola.
Fito y su banda repasaron grandes temas que han marcado su carrera: “Quiero
beber hasta perder el control”, “Lo que sobra de mí”, “La casa por el tejado”,
“Soldadito marinero”, etc. Todo el público manifestaba su satisfacción
aplaudiendo, silbando, bailando y principalmente cantando cada tema de principio
a fin. Pero aún faltaban por llegar las sorpresas que el cantante ofrece en
cada concierto de la gira. De nuevo la presencia de “Muchachito” en el
escenario para cantar y tocar mano a mano con Fito “Yo no soy Bo Diddley” (en
honor al padre del rock and roll) y “Me tienes frito”. Los dos con las
guitarras ofrecieron una buena demostración de gran calidad artística.
“Fetén Fetén” era la sorpresa de la primera noche en Gijón. Los burgaleses
tocaron “Me quedo aquí” y el famosísimo “Whisky Barato” y todos juntos
aportando una gran riqueza tímbrica con el acordeón, banjo y violín y una
energía desbordante.
Fito & Fitipaldis fueron generosos y ofrecieron un concierto de más de
dos horas. Después de los primeros bises el abarrotado pabellón volvió a rugir estruendosamente
porque sabía que Fito siempre termina sus conciertos con “Acabo de llegar” y
aún no había sonado. Tocaron “Entre la espada y la pared” y sonó la canción
emblema que anuncia la triste y a la vez feliz despedida. Triste porque
se rompe esa conexión mágica y hay que volver a casa y feliz por haber asistido
a un concierto extraordinario y porque sabemos que mientras le aguanten los
huesos tendremos Fito & Fitipaldis para rato. Espero que por lo menos sean
otros veinte años.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España publicada el 18 de marzo.
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