Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA): Programa “Reflejos II”. Carlos Miguel Prieto (director), Ning Feng (violín). Teatro Jovellanos, 20 de febrero.
Había expectación por volver a escuchar en el Teatro Jovellanos al virtuoso violinista Ning Feng y su Stradivarius fabricado en 1721. Para la interpretación del ambicioso programa “Reflejos II” que ofrece la temporada de la Orquesta Sinfónica del Principado (OSPA), además de Ning Feng pudimos contar con uno de los directores más internacionales, el mexicano Carlos Miguel Prieto, una de las batutas más prestigiosas de la música sinfónica y descendiente de abuelos asturianos. Por algo se siente cómodo frente a la OSPA.
Para preparar la llegada de Ning Feng, el director quiso deleitarnos con las pintorescas sonoridades de “Janitzio”, un poema sinfónico compuesto en 1933 por el también mexicano Silvestre Revueltas, que representa una crítica a la industria turística de la isla, cuyo nombre da título al poema y la más importante del lago Pátzcuaro, al que Revueltas se refirió en alguna ocasión como “asqueroso”. La concepción del poema (no la forma ni la estructura), recuerda a “La Valse” de Ravel (1919), quien fue capaz de reflejar el deterioro mental de una burguesía que bailaba al ritmo de los valses de Strauss mientras Europa se sumía en la más absoluta decadencia. Tanto Revueltas como Ravel introducen disonancias orquestales y colores chocantes que ejemplifican perfectamente lo que quieren transmitir.
La batuta de Carlos Miguel Prieto sumergió a la orquesta a ritmo de vals, transitando por las distintas secciones orquestales que iban afinando y desafinando, cumpliendo rigurosamente con las notas y las figuras escritas en la partitura, hasta el punto de que podíamos percibir el deterioro y el mal olor del lago. Una delicia poder escuchar esta partitura tan escasamente interpretada.
Dejamos México para sumergirnos en la Hungría natal de Karl Goldmark y su “Concierto para violín nº 1”, de la mano de Ning Feng. Goldmark fue un violinista extraordinario y, por lo tanto, conocía todos los recónditos sonoros que se pueden extraer del violín. Ahí estaba Ning Feng para sacarle partido a esta magnífica obra y llevar al público al éxtasis sonoro. La OSPA en pleno y especialmente la sección de cuerda se ponía las pilas para dialogar con Feng hasta lograr darle forma a una gran obra llena de dificultad y belleza. El violinista, por su parte, nos dejaba atónitos en las butacas al interpretar sus partes solistas de manera impecable. La ovación final no cesaba, hasta el punto de extraer de Feng dos propinas: una variación sobre “God save the King” de Paganini y “Recuerdos de la Alhambra” de Tárrega. Tremendo violinista.
En la segunda parte se interpretó la “Sinfonía nº 1 en la bemol” de Edward Elgar, de una gran belleza melódica. Si a Goldmark se le atribuye un gran talento melódico Elgar no se queda rezagado, puesto que es una cualidad en la que siempre han destacado los británicos. La partitura de Elgar es minuciosa y Carlos Miguel Prieto supo sacarle todo el partido a la orquesta para que brillaran esos matices tan profusos en la composición, desde los pasajes más sensibles hasta los momentos más apoteósicos. Gran obra, gran dirección y gran orquesta. Aplausos fervientes para un magnífico programa y una brillante interpretación de la OSPA que logró satisfacer las expectativas del público, una vez más.
Crítica publicada en La Nueva España
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