VII Concurso Internacional de Música Antigua de Gijón. Centro de Cultura
Antiguo Instituto. Miércoles, 11 de julio
El jurado y el
público no siempre están de acuerdo y supongo que es una cuestión de criterios.
En principio el público se decanta por lo que ve, lo que escucha y lo que
siente en ese momento, mientras que un jurado especializado tiene en cuenta
otros factores que, a veces, se escapan de la comprensión de la mayor parte del
público. Así surgen calificativos como “tongo”, “esto está amañao”, etc. Esto
es lo acontecido en la final del Concurso Internacional de Música Antigua de
Gijón una vez emitido el fallo del jurado, que se decantó por un “ex aequo”
entre las dos formaciones: “Vox Tremula” e “Ibera Auri”. Pero también había un “Premio Especial del
Público” y este recayó en la formación “Ibera Auri”. La polémica estaba
servida.
Los tres flautistas
de “Vox Tremula” abrieron el concierto, interpretando cinco piezas que van
desde el medievo hasta el barroco tardío, con un despliegue de flautas barrocas
y renacentistas de distintas tesituras. La interpretación de las dos primeras
piezas, “Una panthera” (J. Ciconia) y “Se do mal que me queréis” (Anónimo), fue
correcta, salvando los problemas de afinación que presentan estas flautas por
los cambios de temperatura y humedad. “La canción del emperador” (J. des Prez)
y “Contrapunto XIII” (J.S. Bach) dio lugar al lucimiento de la flauta bajo que
sostenía la voz grave para apoyar los fraseos de las otras dos voces. Dos
piezas interesantes que tuvieron una interpretación correcta pero, quizás, con
excesiva rigidez. Con más soltura y solvencia finalizaron su concierto con “La
Follia” (A. Vivaldi), una brillante pieza que levantó aplausos sonoros.
“Ibera Auri” supo
conquistar al público por la diversificación instrumental, combinando flautas
con clave y voces. Con más acierto que su interpretación en la semifinal este
grupo se decantó por un repertorio de carácter ibérico, en el que destacó
“Sosieguen, descansen” (Sebastián Durón) por la interpretación del clave, la
buena expresión vocal y los bonitos pasajes de flauta en contrapunto con la voz
mezzo. También, muy destacable la interpretación de “Marizápalos” (Anónimo),
adornada con una bonita historia para contextualizar e interpretada con el
clave, las dos flautas y las dos voces, alternando y obteniendo un diálogo de
gran riqueza sonora.
Aunque el público
asistente a la final lo tenía muy claro para el jurado era muy difícil, de ahí
el empate técnico. Además de la dotación económica (1.700 €), la posibilidad de
formar parte de la programación de la Sociedad Filarmónica de Gijón es un
aliciente muy importante para estas formaciones que dedican muchas horas al
estudio y tienen pocas oportunidades. Hay que aplaudir a todos los
participantes en esta edición del concurso pero, sin duda, el mayor aplauso le
corresponde a la propia organización del Festival de Música Antigua de Gijón,
por la calidad que ofrece y el nivel tan alto conseguido en su edición XXI.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
No hay comentarios:
Publicar un comentario