Festival Jazz Gijón 2017. Teatro Jovellanos, 9 de noviembre, 2017.
El Festival Jazz Gijón
inauguró la temporada con el pianista más internacional y más respetado que
tenemos en Asturias. Isaac Turienzo,
nacido en Gijón, cumple “30 años de Jazz” y quiso celebrarlo con sus paisanos
en el Teatro Jovellanos. Dónde mejor.
Con aire flamenco
inició su primer tema, “Lush Life” de Billy Strayhorn, y lo transformó en bebop
pasando por la bossa nova, estilos que fusiona habitualmente en su
repertorio. Todo un espectáculo de
virtuosismo y de riqueza armónica en un tema de diez minutos, que supo dulcificar por momentos para que al público le diera tiempo a coger
aire y exponer sus oídos al siguiente fraseo.
Pero no nos engañemos, Turienzo no se caracteriza por buscar sonoridades
consonantes afines a un público mayoritario.
Y se lo agradecemos. Para eso ya
hay muchos otros.
Velada de homenajes,
comenzando por el flautista Jorge Pardo, un habitual compañero de escenarios, y
para ello Turienzo interpretó el precioso tema “De Picos Pardo”, con un estilo
menos flamenco que el original y unas improvisaciones más cercanas al bop y al
cool jazz. Homenaje también para el gran
Tete Montoliu -que siempre está en su memoria-, ya con Miguel Ángel Chastang
(contrabajo) en el escenario, formando un dúo lleno de ricos matices. El estilo inconfundible de Thelonious Monk también estuvo presente para
lucimiento de Turienzo y Chastang, cómplices de cada sonido y cada fraseo.
El trío al completo,
tras la incorporación del batería Fernando Arias, ofreció un recital muy variopinto consiguiendo que el tiempo se
detuviera para los presentes en el teatro:
la balada de Ivan Lins “Começar de novo”, con la que Turienzo acostumbra
a abrir sus recitales, una versión muy especial de “Bésame mucho” a compás
ternario o el estándar de origen francés “Autumn Leaves”, con aires renovados
por el pianista, comenzando en tempo lento y alcanzando una velocidad
vertiginosa donde captamos sonoridades originales. A estas alturas es difícil escuchar alguna
versión novedosa de este tema, pero ahí estaba.
En los conciertos de
Turienzo no puede faltar algún tema tradicional asturiano, y para la ocasión
una magnífica versión jazz de “Santa Bárbara bendita”, que lleva con orgullo
por los escenarios de todo el mundo. Para cerrar el recital, después de
“Caravan” (Duke Ellington) en el que destacó el magnífico solo de batería, “Balada para Tete”, una genial composición de
Turienzo con la que disfruta y exhala admiración por todos los poros hacia el
gran Tete Montoliu.
Un gustazo
escuchar la cantidad de registros que
ofrece el trío, mostrando calidad técnica, empaste, virtuosismo y amor por lo
que hacen. El público supo recompensar el
trabajo y la trayectoria de tres décadas con una gran ovación.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
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