Loquillo y Gabriel
Sopeña. Gira “La vida por delante”. Festival Metrópoli, plaza de Toros de El
Bibio. Gijón, 11 de julio.
Por
fin vuelve la música en directo y sin pantallas de ordenador entre público y
artistas. Han sido unos meses largos y duros y se agradece la vuelta, aunque
sea con mucha reducción de aforos y estrictas medidas de distanciamiento. A
pesar de la reducción sobraron muchos asientos porque Loquillo con su versión
más poética junto a Gabriel Sopeña, no logró atraer al público y llenar la
Plaza de Toros.
El
tema lento “Balmoral“, homónimo del álbum que le valió una nominación a los
Grammys latinos, fue el arranque de un
concierto de casi dos horas que defraudó a los que buscaban puro Rock and Roll
simple y directo (no hubo Trogloditas, ni Cadillac, ni Rompeolas, ni Rey del Glam)
y gustó a los que prefieren a un
Loquillo más poético y sosegado, con letras más elaboradas y más variedad
musical. “Transgresiones” de Mario Benedetti o uno de sus clásicos de George
Brassens “La Mala Reputación”, junto con “Political Incorrectness” de Luis
Alberto de Cuenca, con los presentes coreando el estribillo “Se buena, dime
cosas incorrectas desde el punto de vista político”, fueron momentos de euforia
y entendimiento entre los dos bandos del público y artistas.
Segundo
concierto de la gira y después de tantos meses parados la falta de rodaje se
notó. “Cuando pienso en los viejos amigos” o “Cruzando el paraíso” no sonaron
redondos. “La vida es de los que
arriesgan” exclamaba Loquillo que estuvo parco en palabras y sin provocaciones
subidas de tono como es habitual en sus conciertos.
Cambiaron
un poco la letra del tema de Kris Kristoferson “Yo y Bobby McGee”, con permiso
a regañadientes del autor, y sonó un buen solo de guitarra de la mano de Josu
García. Por momentos cedió el protagonismo al compositor, músico, filósofo y
profesor Gabriel Sopeña, que estuvo solvente durante todo el concierto
cantando, haciendo coros, tocando la guitarra, la armónica o el piano. Un
artista muy prolífico que completaba la banda junto con Josu García, Alfonso
Alcalá al contrabajo y Laurent Castagnet a la batería. También el guitarra tuvo
su momento cantando “Cass, la chica más guapa de la ciudad”, una guapa canción
con melodía muy al estilo Sabina que quedó deslucida por los coros un tanto
desafinados.
En
definitiva, fue un concierto cargado de nostalgia que no es para enmarcar por
la falta de rodaje, pero se agradece el intento. El mérito de Loquillo no está
en cantar ni en vender nada, su mayor logro es haber sabido escoger buenas
canciones y rodearse de buenos amigos y de gente de gran talento, como Gabriel
Sopeña.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
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