martes, 14 de agosto de 2018


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Festival Tsunami Xixón. Patio de la Laboral. Sábado 5 de agosto.

El cierre de la segunda edición del Tsunami Xixón no fue tan redondo como cabría esperar y no por cuestiones de calidad, ya que la selección de bandas de primer nivel estuvo a la altura de la anterior edición. Momentos de auténtico pánico tuvieron que vivir los organizadores de este festival - hasta el momento estaba siendo todo impecable-, cuando  fueron informados del retraso del avión de los californianos Lagwagon y, por lo tanto, había que trastocar todos los horarios previstos para los últimos cinco grupos. Casi nada.

En el lugar y en el escenario de Lagwagon salieron a darlo todo los donostiarras “Niña Coyote Eta Chico Tornado” que tendrían que haber actuado en el escenario pequeño. Con buena actitud punkarra, el guitarrista Koldo Soret y la batería Úrsula Strong hicieron lo que pudieron para rellenar ese pedazo de escenario ellos dos solos.  Al menos pudimos ver a una mujer en el escenario sin que esté detrás de un micrófono.  A ver si toman nota los de la organización y traen alguna banda más femenina para la próxima edición que “haberlas haylas”, es cuestión de querer. Como iba diciendo, Úrsula defendió su papel en la batería sin virtuosismos pero con buena pegada y los dos solos se ganaron a una gran mayoría de público con ganas de punk radical.

La superbanda sueca “The Hives” puso a las 20.000 personas asistentes a botar con sus grandes éxitos “Hate to Say”, “Walk Idiot Walk” o “Tick Tick Boom”, entre otros.  Su potente directo se aleja bastante del sonido garagero que asoma por su discografía.  Simpáticos y con buena puesta en escena se esforzaron por hablar en español y de interactuar con el público, a veces estirando demasiado los temas para rellenar tiempo.  Aun así, muy buenos.

Los que no se molestaron en absoluto por interactuar con el público fueron las estrellas del festival.  La actuación de Bad Religion comenzó media hora antes de lo previsto para facilitar la nueva organización de horarios y sin concesiones ni apenas mediar palabra “escupieron” más de treinta canciones una tras otra. Puntuales se subieron, hicieron su trabajo y puntuales se bajaron, como si de un trabajo de oficina se tratara. Y de Bad Religion no hay más que contar, excepto que la maquinaria rítmica no estaba suficientemente bien engrasada. El resultado es que no tuvieron su mejor noche y que este concierto no pasará a la memoria de sus nietos, aunque posiblemente se quede para siempre en la memoria de los miles de fans que se congregaron para verlos y corear todas sus canciones.

Después de Bad Religion hubo que esperar un buen rato por la actuación de los californianos Lagwagon, causantes de todo el trastorno horario. El tiempo que llevó el cambio de instrumentación provocó que el público se enfriara e incluso muchos optaron por irse. La banda de skate punk hizo todo lo que pudo por satisfacer a su público  y en parte lo consiguió, a base de buenas canciones bien tocadas con potentes distorsiones. En definitiva, no fue el cierre que hubiéramos deseado, aun así,  se cierra otra edición de Tsunami que sitúa a Gijón en lo más alto de la escena punk- rock.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España 

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