lunes, 25 de marzo de 2019

Bustamante: un desperdicio de voz



David Bustamante: Gira “Tour Héroes”. Teatro de la Laboral, viernes 22 de marzo.

Desde que David Bustamante se asomó por la pantalla de televisión en la primera edición de Operación Triunfo, siempre me ha parecido que tenía una de las mejores voces del país y un futuro prometedor en la música pop. Y con diez discos en su trayectoria y tantos premios acumulados una puede pensar que ha tenido tiempo para pulir ciertas niñerías y ya puede permitirse evitar la comercialidad barata. Además, recientemente en algunos medios de comunicación Bustamante manifestaba:  “Me he tomado mucho tiempo para hacer el disco que quería…”. Pues siento decir que si este es el disco que quiere Bustamante confirma que es un hortera. Entre reguetones, bachatas y alguna balada que no pasará a la historia se ha elaborado un disco que no hay por donde cogerlo. Aún así, tenía ganas de verlo en directo, porque sabemos que del disco al directo hay un trecho y una buena voz es siempre una buena voz. Por la tanto, la ocasión era perfecta: el estreno de su décimo disco y el arranque de “Tour Héroes” en  el teatro de la Laboral.

El comienzo de su actuación con el tema más funky del disco “Uno hecho de dos”, seguida de su gran éxito “Cobarde” con toques de rock, apuntaba algo de nivel musical. Rápidamente apareció el primer reguetón de la noche,  “Algo casual”, que bien podría ser la cara B del machacón “Sin pijama”, de Becky G y Natti Natasha. Hubo unos cuantos más que no merecen mención. Este estilo no le va nada bien a la voz, incluso se fue de tono en “Sexto sentido”.

El momento más estelar de la noche fue en compañía de Pablo López al piano: los dos mano a mano ofrecieron un medley cargado de grandes baladas como “Hoy tengo ganas de ti” o “Contigo”. Muy guapos los arreglos de piano y muy bien las voces. Bustamante se puso las pilas y a partir de ese momento la voz brillaba en todos los temas.

En cuanto a la banda, ser el primer escenario de un tour es positivo por la novedad pero también tiene su lado negativo porque el conjunto de músicos aún no está rodado o bien empastado y hubo varios patinazos. Seguro que dentro de unas cuantas fechas ya suenan de muerte, desde luego buenos músicos son. De hecho, los arreglos que hicieron en el directo de  “Me desesperas”, lograron convertir una canción horrible en algo decente.

La actuación concluyó con dos temas de lo mejor de su repertorio “Dos hombres y un destino”, y “Cerca de mi piel”, donde pudo lucir una vez más todo su potencial vocal. Después del directo sigo opinando que Bustamante tiene una de las mejores voces del país y que bien podría ser el heredero de Nino Bravo, ese irrepetible cantante que en su corta carrera artística supo escoger grandes canciones, porque detrás estaban los mejores compositores: Juan Carlos Calderón, Augusto Algueró o José Luis Armenteros y Pablo Herrero, entre otros. Sin embargo, Bustamante desperdicia su voz cantando canciones insulsas que sólo agradan a un público adolescente y cuyos gustos son de obsolescencia programada. Una lástima.

Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

La OSPA se sumerge en el siglo XX

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Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA): “Lenguajes propios I”. Teatro Jovellanos, 21 de marzo, 2019.

Los aficionados a la música clásica han experimentado dos conciertos consecutivos  en el teatro Jovellanos de lujo. El miércoles con el “Trío Wanderer” y su interpretación de los maravillosos tríos de Franz Schubert y el jueves con tres obras del siglo XX de tres compositores singulares: Lutoslawski, Bartok y Sibelius.

Béla Bartók  inspiró al polaco Witold Lutoslawski para componer  “Música fúnebre” y la OSPA la interpretó por primera vez, en esta ocasión dirigida por el suizo Baldur Brönnimann. La obra estructurada en tres movimientos contrapuntísticos, atraviesa momentos de tensión y pasadizos sinuosos que Brönnimann supo conducir con dinámicas oscilantes muy contenidas. Gran obra y gran dirección de orquesta, con la sección de cuerda como protagonista.  

Para la interpretación del  “Concierto para piano nº 3” de Béla Bartók -última composición cuyos diecisiete compases finales fueron completados por su alumno  Tibor Serly, tras la muerte de Bartók-, se contó con un pianista excepcional: el ucraniano Vadim Kholodenko. Obra de difícil ejecución por las exigencias rítmicas y la colorida orquestación que requiere, el primer movimiento destacó por el ensamblaje de la orquesta en diálogo con el piano. Si en el segundo movimiento quedó de manifiesto  la gran sensibilidad de Kholodenko fue en el Allegro Vivace donde el pianista invadió nuestros oídos con su vitalidad y energía, destacando con gran precisión los fraseos virtuosísticos. El buen entendimiento entre el pianista y el director de la orquesta propició una versión fantástica de la magistral obra de Bartók, estrenada en 1946. Hasta los miembros de la OSPA le rindieron una estruendosa ovación al pianista que fue correspondida con propina, interpretando una pieza de Henry Purcell.

Tras la pausa, para terminar la “Sinfonía nº 3 en do mayor” de Jean Sibelius, una obra estrenada en 1907 y menos interpretada que otras del mismo autor. La aparente sencillez de la obra es engañosa, quizás por estar más alejada del Romanticismo que sus anteriores sinfonías. Estructurada en tres movimientos es el Moderato-Allegro el que más destaca por su fusión de  un Scherzo y un Finale, con un tema claramente recurrente. El director consiguió extraer de la OSPA una interpretación clara y diáfana con un marcado pulso que trascendió por momentos de viva intensidad. Muy bien la dirección y muy bien la elección del programa dedicado íntegramente al siglo XX.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España



Trío Wanderer: casi una auténtica schubertiada.

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Trío Wanderer. Sociedad Filarmónica de Gijón. miércoles 20 de marzo, 2019.

La Sociedad Filarmónica de Gijón ha contado con uno de los conjuntos de música de cámara más destacados de la actualidad para esta temporada: el “Trío Wanderer”, -”errante” en español-, un nombre que apunta una declaración de intenciones respecto al repertorio que abordan. En esta ocasión se interpretaron los dos tríos de Franz Schubert compuestos entre 1827 y 1828, época marcada por la muerte de Beethoven a quien Schubert profesaba una gran admiración. El “Trío en Si b mayor, Op. 99” y el “Trío en Mi b mayor, Op. 100”, son dos obras de belleza radiante y difícil ejecución por la gran cantidad de matices y expresividad que requieren.  Jean-Marc Phillips-Varjabédian (violín), Raphael Pidoux (violonchelo) y Vincent Coq (piano), demostraron su solvencia en la interpretación de forma magistral. Los tres franceses son un referente mundial y han ganado premios de gran prestigio a lo largo de su dilatada trayectoria, entre ellos han sido nombrados “Caballeros de la Orden de las Artes y Letras” de Francia.

El “Trío en Si bemol”  abrió el concierto con una interpretación destacada por la claridad de su discurso y por el conocimiento de la obra del compositor que demostraron los “Wanderer”, sin caer en la tentación de acometer las partes más efusivas con grandilocuencias.  El animado “Allegro” dio paso al “Andante”, un movimiento irregular que comienza con un vals tranquilo para luego desplegar toda su magnitud de manera grandiosa hasta volver a replegarse en un lirismo sutil. El “Scherzo”, de carácter contrapuntístico fue interpretado con gran definición.

Tras la pausa sonó el esperado “Trío en Mi b mayor, Op. 100”, una obra de belleza melódica desbordante que alcanzó un gran éxito en vida de Schubert -algunos expertos apuntan que fue la única que tuvo éxito-.  El equilibrio entre los tres instrumentos es una de las características más significativas de las dos composiciones de Franz Schubert y especialmente en este famosa obra, cuyo segundo movimiento ha sido utilizado por numerosas bandas sonoras, entre ellas en el espectacular film de Stanley Kubrick “Barry Lyndon” . Según las notas al programa realizadas por la musicóloga Andrea García Alcantarilla, Schubert basó este tema en una antigua canción popular sueca titulada “Se solen sjunker” (El sol se ha puesto).

El virtuosismo del último movimiento ejecutado con precisión y gran sonoridad desató largos aplausos que el “Trío Wanderer” agradeció con la propina “Nocturno para trío”, compuesto por Schubert un mes antes de morir. La rigidez de las butacas del teatro Jovellanos y la falta de viandas,  impidieron que la velada en una auténtica “schubertiada”. Lo más importante estaba: música compuesta por Schubert e interpretada por grandes músicos como son el “Trío Wanderer” y un público entendido y dispuesto a disfrutar.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

martes, 19 de marzo de 2019

Carlos Rivera: El nuevo "Rey" mexicano triunfa en España



Carlos Rivera. Teatro de la Laboral, sábado 16 de marzo, 2019.

Con Alejandro Fernández estancado y Luis Miguel en sus horas más bajas, México ya tiene el relevo perfecto para arrasar entre las masas. Carlos Rivera posee una gran voz, un físico espectacular, compone, baila, es actor y, además, cae bien. No es de extrañar que en tres días se agotaran las entradas para el teatro de la Laboral, primer recinto de la gira “Guerra Tour” por España. Las expectativas se cumplieron y su show no defraudó.

Tras veinte minutos de retraso sonó “Amo mi locura”, un poco pasado de volumen en graves. Poco a poco el sonido mejoró y sonaron  “Serás” y “Voy a amarte”, dos baladas enlazas con las que mostró su poderío vocal. Su particular paso del registro de pecho al de cabeza con calidad y comodidad fue muy evidente en “Te esperaba”. Grande sonó “Recuérdame” -incluida en su último disco como bonus track-, acompañado por una banda de buenos músicos, en la que destaca la labor de la pianista que llevaba todo el peso de los arreglos. Difícil tarea puesto que “Guerra” fue grabado en los estudios Abbey Road con la Orquesta Filarmónica de Londres. En general, sonido contundente y bien empastado, salvo algunos deslices de volumen.

Hubo un cambio de puesta en escena en la segunda parte del show, con una performance en la que Rivera se transformó en militar con paracaídas incluído y los cuatro bailarines cubrían la escena a base de piruetas y coreografías bien ensayadas. El escenario se quedaba pequeño por momentos, como en la bonita coreografía con una sábana blanca en “Que lo nuestro se quede nuestro”.

El ritmo de cumbia de “Lo digo”  y “Bendita tu vida” desató la locura de las fans con los movimientos pélvicos de Rivera. Sin ser “Chayanne” sus bailes están bien trabajados y se nota que está muy en forma, de hecho no escatimó frase alguna para tomar aire y no dio muestras de fatiga en la voz.

De amor se morían las fans con baladones como “Me muero” o “Cómo pagarte”, con la que quiso recompensar a Asturias por el recibimiento. Y es que Carlos Rivera, además de cantar y bailar bien, conquista con sus frases adecuadas y su larga verborrea entre tema y tema. Para finalizar el show nada mejor que la animada y exitosa  “Regrésame mi corazón”. Sólo faltó el confeti y los fuegos artificiales.


Nacer con una buena voz y un buen físico ayuda bastante, nadie lo puede negar. También, ser ganador de la versión mexicana de  “Operación Triunfo” contribuye, pero si pensamos en todos los guapos que cantan bien y han pasado por el “OT” español y de los que hoy ya nadie se acuerda, es posible entender que eso solo no basta para crecer y mantenerse en el difícil mundo de la música comercial. Hace falta mucho trabajo y mucha constancia para competir con muchos artistas que se mueven en el mismo género musical. Por lo tanto, el éxito de Carlos Rivera es merecido. Sólo le falta un poco más de variedad en melodías y arreglos para que sus canciones no caigan en la reiteración. Todo se andará.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

Sidecars: Cuestión de gravedad



Sidecars. Teatro de la Laboral, viernes, 15 de marzo, 2019.

Tres  madrileños, amigos desde los tiempos de instituto, decidieron un día formar “Sidecars”  y juntos llevan más de diez años en cartel. Juancho (voz y guitarra), Gerbass (bajo) y Ruly (batería) no son músicos que destaquen por su virtuosismo, tampoco son especialmente guapos, ni tan siquiera son grandes compositores. Los arreglos de sus canciones no brillan sobremanera: las melodías son básicas y muy escuchadas (típico pop español), las estructuras son las de siempre  y en cuanto a timbres o recursos armónicos, del montón. Además, la voz de Juancho es peculiar, tirando a fea. Sin embargo, ahí están. Agotando las entradas por donde van.

“Cuestión de gravedad” es el quinto álbum (cuarto de estudio) y fue presentado en el teatro de la Laboral tras más de un año recorriendo el país. Ser de los últimos en escuchar el estreno de un disco tiene sus ventajas, porque a estas alturas la banda ya está más que ensayada y todo debe fluir perfectamente.  El teatro lleno recibió con aplausos al trío arropado por un percusionista, un teclista y un multiinstrumentista que con su steel guitar inició los primeros acordes de “Cuando caigas en shock”. Siguió “La Tormenta” y todo el aforo cantando a modo de himno. Buen desarrollo de la percusión en “Costa da Morte” y excelente arreglo de guitarra y órgano tipo Hammond en “Canciones Prohibidas”. Desde el sexto tema “Tan rápido”, el público se puso en pie y ya no volvió a calentar las butacas.

Durante más de dos horas de concierto pudimos escuchar los trece temas que conforman el disco, con el que muestran un trabajo más solvente y más madurado. También escuchamos algunos éxitos anteriores como “Todos mis males”, popularizada junto a Dani Martín o “Chavales de instituto” con un arreglo bastante chulo, en la línea de “Baile de Ilusiones” de Ariel Rot. Hubo un interesante duelo de guitarras en “Ya no tengo problemas” y sonó “Dinamita”, en la que echamos de menos la voz de Carlos Tarque y “Los Amantes” en la que faltó la voz de Iván Ferreiro. El éxito fue arrollador, de hecho tocaron nada menos que siete bises.

“Sidecars”, de momento, no es una formación para llenar grandes estadios o merecedora de un “Grammy”, aunque hayan hecho sus cameos con figuras consagradas del pop español, que eso siempre ayuda (Juancho es hermano de Leiva).  Sin embargo, lejos de ser pretenciosos estos tres chavales son fieles a su concepción de la música y se han ganado su sitio a base de construir canciones sencillas que hablan de cosas cotidianas, con ciertas dosis de elegancia y mucho trabajo detrás. Así que si hablamos de “Cuestión de gravedad” las cosas caen por su propio peso, el disco es bueno y el éxito es bien merecido.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

jueves, 14 de marzo de 2019

La fuerza de John Williams



Film Symphony Orchestra: Especial John Williams. Teatro de la Laboral,
viernes, 8 de marzo, 2019.

La propuesta de Constantino Martínez-Orts lleva meses agotando entradas por distintos escenarios españoles. El director de la “Film Symphony Orchestra” ha dado con la clave para conquistar a un público de lo más diverso y que todos los asistentes salgan satisfechos después de  escuchar a una orquesta sinfónica durante más de dos horas. Lo tenía fácil, tan sólo tuvo que formar una joven orquesta de buenos músicos e interpretar bandas sonoras de John Williams. Este formato funciona desde hace décadas en Estados Unidos y en otros países anglosajones, y el éxito se debe a que las piezas son cortas y están en nuestras cabezas. Quién no ha escuchado alguna vez la banda sonora o tan siquiera la melodía  de películas como Star Wars, Jurassic Park, JFK, Indiana Jones, Tintín, Memorias de una Geisha, La Terminal…Dieciocho películas sonaron en el Teatro de la Laboral y, además, hubo concurso online, personajes disfrazados y muchos detalles para convertir una noche sinfónica en un espectáculo de entretenimiento y diversión.


Impregnaron el auditorio de energía positiva interpretando  una de las especialidades de Williams: la fanfarria. “Olympic Fanfare and Theme”, creada para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles (1984), fue dirigida con ímpetu sin llegar a extraer toda la fuerza del viento-metal que requiere este tipo de piezas, sin embargo, destacó ampliamente la sección de viento-madera. La sutileza de la flauta solista y la cuerda grave fue lo más destacado durante la interpretación de “Dartmoor 1912” de la película “War Horse”, una partitura de estilo pastoral que rinde homenaje a grandes compositores británicos como Vaugham Williams, Eliot Gardiner o Edward Elgar. Muy destacable la interpretación de una pieza del final de “Encuentros en la tercera fase”: para ilustrar musicalmente la comunicación entre los humanos y los extraterrestres,  Williams se sirvió de un lenguaje textural complejo para sostener un leitmotiv de cinco notas.


Tras la pausa hubo concurso a través de una app: los espectadores tenían que adivinar diez fragmentos que sonaron durante diez segundos para ganar un viaje a Hollywood. Desconozco el resultado de los acertantes, pero melodías como Casablanca, La Pantera Rosa o Juego de Tronos, entre otras, rompieron la dinámica del concierto y dieron paso a la segunda parte.  Sonaron partituras muy interesantes como “Las Cenizas de Ángela”, con la que se rindió homenaje a las mujeres por ser 8 de marzo. El concertino Manuel Serrano se lució con la adaptación musical de “El violinista del tejado”, y la sección de percusión brilló con la marcha diabólica de “Las brujas de Eastwick”, una partitura muy del estilo de otro de los grandes de Hollywood: Danny Elfman.


Para finalizar una de las bandas sonoras más influyentes de la historia del cine, en la que cada personaje y cada objeto tenía su leitmotiv: Star Wars. La “fuerza” acompañó a la orquesta en una Interpretación magistral de la escena en la que la princesa Leia condecora a Han Solo y Luke Skywalker tras destruir la Estrella de La Muerte. Algunas espadas láser se encendieron entre las butacas y el público se entregó a un entusiasmado aplauso que tuvo su recompensa. La orquesta, en actitud divertida y con espadas láser en mano (los arcos de violines y chelos) volvió a escena para interpretar la solemne “Marcha imperial” y la divertida “Cantina Band”. Sin duda, un éxito que marcará tendencia.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España