domingo, 27 de febrero de 2022

Morgan: una banda para repetir

 

Morgan: “The River Tour”. Teatro de la Laboral, sábado, 26 de febrero de 2022. 


Después de la sequía vivida en los dos últimos años da gusto asistir a un concierto en el que te quedas enganchada desde la segunda canción y ya no pierdes detalle hasta los cuatro bises finales. Así fue con la banda madrileña “Morgan” en el Teatro de la Laboral, un concierto impecable con seis músicos en el escenario  que comparten el mismo protagonismo entre unos y otros y que están al servicio de las canciones. Y como líder Carolina de Juan (más conocida como Nina), que no es una frontwoman de las que recorren el escenario de un lado a otro con coreografías, piruetas de micrófono o alarde de sus mejores galas. Para nada, todo lo contrario. Situada en uno de los extremos del escenario, parapetada detrás del piano y sin focos que dirijan las miradas hacia ella, seguramente le encantaría pasar desapercibida y si pudiera evitar tener que dialogar con el público y cantar detrás de un biombo lo haría encantada, pero con la voz que tiene el anonimato es imposible. Canta con fuerza, con sentimiento, afinadísima y con un timbre cargado de armónicos y de arenilla que la hacen singular. 


La breve “Hopeless Prayer”, de aires folk con arreglos vocales cuidados, fue buen tema para abrir un concierto, aunque tiene potencial para seguir desarrollándose e incluir una parte más cañera. Con la blusera “The River”,  que Nina cantó con mucha garra, les cayó la primera merecida ovación del público. Y sin tiempo para pausas sonó “Blue Eyes”, del álbum “Air” (2018), tema que se pone interesante en la segunda mitad con una crecida potente. Los solos fluían y se repartían entre teclados con sonido Hammond  y guitarras cañeras, demostrando que había muy buenos músicos encima del escenario. Del último disco sonaron todas excepto las dos más flojas: “Un Recuerdo y su Rey” (demasiado lenta y con poca gracia) y “Late”, esta última con un buen ritmo de batería que no va a juego con la melodía. 


Veinte temas sonaron con enfoques diferentes, sonidos y timbres cuidados para que las canciones tuvieran un resultado original, amén de una voz que no pasa desapercibida en el panorama de la música actual. Tomen nota los programadores y ya que en Gijón hay tendencia a traer año tras año a los mismos artistas (con lo cansinos que son algunos, sin entrar en detalles), apunten el nombre de “Morgan” y ténganlo en cuenta para futuras giras. Porque hay mucho trabajo y mucha calidad detrás de esta banda. Por mi parte repito. 


Crítica publicada en La Nueva España

domingo, 13 de febrero de 2022

 


Ricardo Arjona: “Blanco y Negro Tour”. Teatro de la Laboral, sábado, 12 de febrero de 2022.

 

Ricardo Arjona no es un artista excesivamente conocido en España, sin embargo, agotó todas las localidades de los diecinueve conciertos que dará por teatros de toda la geografía, y eso que el precio de las entradas no es precisamente barato (entre 110 y 70 € la butaca).  La razón es que consigue congregar a toda la comunidad latina residente en España y la convocatoria del tour “Blanco y Negro” para dar a conocer sus dos últimos trabajos (“Blanco”, grabado en el 2020 y “Negro” en el 2021), provocó un despliegue de banderas de toda Hispanoamérica por todo el Teatro de la Laboral, ondeadas por un público mayoritariamente femenino y con muchas ganas de cantar.

 

La comparación de Arjona con Melendi es inevitable por el estilo y el parecido de la voz, sobre todo en directo. Los dos carecen de buen timbre, desafinados en ocasiones y con una técnica vocal muy justa, de hecho, es en los tonos agudos donde más se parecen. Sin embargo, para ser justa, quizás Arjona cante un poco mejor y con toda seguridad Melendi es más hábil en metáforas y rimas consonantes. Al menos las letras del asturiano tienen más sentido y hay menos discurso de género trasnochado.

 

Después de que uno de los ayudantes encendiera las más de 100 velas que decoraban el escenario una a una, el guatemalteco abrió con “Si yo fuera” enlazada con “Morir por Vivir” y la presión y contundencia de la banda sonaba espectacular. Impecable diría yo, si no fuera porque me chirría un poco la trampa de usar pistas grabadas para reforzar coros y sección de metales en algunas canciones. ¿Qué necesidad hay? Con nueve músicos de primer nivel encima del escenario, como demostraron a lo largo del concierto en numerosas intervenciones. Al margen de esta precisión todo lo relativo al sonido estaba en su sitio: los niveles, la ecualización de la batería empastada con el bajo y la percusión, el brillo del saxo y del trombón, los matices del violín, las guitarras, los coros…todo perfecto. Un aplauso para el técnico de sonido.

 

Arjona no escatimó ni estiró los estribillos con más repeticiones de la cuenta y ofreció un concierto largo donde sonaron, muchísimas canciones de su abundante discografía, como “El problema” y “Minutos con letra”, reconocidas en el primer riff de dos segundos o “Apnea” con crescendo apoteósico. Muy destacable el fantástico arreglo de “Historia de Taxi”, interpretada a ritmo de salsa. Y muchos fueron los instantes en los que Arjona logró conectar con su público, por ejemplo, al entonar “La pandemia es la maldita soledad” o con esa oda a la menstruación que lleva por título “De vez en mes”. Aunque, sin duda, el momento de mayor conexión y más lacrimoso llegó al cantar en acústico “Mojado”, en referencia a todos esos migrantes que, como su madre, se fueron a otro país a trabajar sin papeles para poder sacar a su familia adelante.

 

Casi dos horas y media de un concierto con sonido impecable, en el que puede que haya canciones con versos menos acertados o con mayor fortuna, pero donde más falla Arjona es en sus discursos que refuerzan unos roles de género tradicionales cargados de tópicos que están fuera de lugar a estas alturas. Un “latin lover” que se declara sensible y capaz de llegar al corazón femenino flaco favor hace con estos discursos del siglo pasado. Por lo demás, un concierto memorable para sus fans que vibraron como si no hubiera mañana.

Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España