sábado, 21 de febrero de 2015

Cultura de masas ¿mala?


Umberto Eco, para ilustrar su pensamiento sobre los movimientos pop y la cultura de masas, en los años 60', contaba en una entrevista lo siguiente: Picasso acababa  de terminar el retrato de Gertrude Stein y alguien le objetó que no se parecía a su modelo.  Picasso contestó: “Ya se le parecerá”. Con ello no quería decir que Gertrude Stein envejecería  o cambiaría para llegar a parecerse a su cuadro; quería decir que, desde aquel momento, los demás empezarían a  ver a Gertrude Stein  a través del filtro de su cuadro, con lo cual las semejanzas se habrían establecido.

Numerosos teóricos, filósofos, sociólogos, economistas….han hablado y escrito cientos de páginas sobre  lo que se conoce como  “Cultura de Masas” a lo largo del siglo XX.  Las posturas han ido  oscilando a favor y en contra a lo largo de las décadas, si bien es cierto que en un primer momento, con las teorías de Adorno,  los  argumentos  eran radicalmente opuestos a esta cultura emergente, según han pasado los años parece que se han suavizado,  y ya las últimas opiniones tienden a ver  más elementos positivos que negativos.  
La industria musical tiene poder para manipular los gustos  de los consumidores,  en base a una rentabilidad económica, -objetivo final  del mercado en una  sociedad capitalista-.  Su capacidad para fabricar a escala masiva productos, ideas,  estéticas,  estilos, sueños e ilusiones  provoca -en numerosos casos- una tendencia a la estandarización y a la repetición de productos que “funcionan”. 
Picasso  plasmó en el lienzo  una serie de rasgos  de la fisonomía de Gertrude Stein,  destacando lo que le parecía más conveniente y desechando otros rasgos que, quizá para otros ojos serían más destacables.  La industria musical  también plasma  en sus productos finales una serie de rasgos  que definen un estilo, sub-estilo, género  o tendencia, y al mismo tiempo desechan otros rasgos.   Entonces  ¿Qué diferencia hay entre Picasso y la industria musical? En su forma de proceder ninguna, diría yo,  pero la diferencia  más importante está en los criterios, puesto que Picasso lo hace según su propio criterio y la industria musical actúa en base a cuotas de mercado. Pero, ¿estamos   seguros de que Picasso no actuaba igual que la industria musical (en base a cuotas de mercado)? La respuesta es sí, estamos seguros,  porque si no fuera así no sería el gran genio creador español.  Y si es así ¿por qué contestó “Ya se le parecerá”?

Hay una tendencia generalizada a pensar que detrás de la industria musical, creadora de culturas y de productos para las masas, existen mentes oscuras  y malévolas con una única finalidad: enriquecerse económicamente a costa de la “masa” pasiva y sin capacidad para pensar. Y tendemos a olvidarnos de que detrás de todo esto también hay “genios creadores” que no firman su producto con su propio nombre, sino que lo hacen a través del sello de una discográfica, pero no por ello son menos geniales y menos creativos. 
Por otro lado, si bien es cierto que una parte de la sociedad, “masa”, no tiene criterios de selección  y actúa de forma pasiva, consumiendo “lo que le echen”, nos olvidamos de que la norma de nuestro tiempo se basa en la diversificación,  la cual ha inundado todos los campos de la cultura: las plataformas multimedia (spotify, itunes, youtube…),  las revistas especializadas, los  canales de televisión, la infinidad de  emisoras de radio,  la oferta cultural que se desarrolla en cada ciudad o pueblo,... Según  un artículo de la revista Rolling Stone, (creo que fue publicado en el 2010), cada año se graban y editan una media de 250.000 discos y la tendencia va aumentando exponencialmente con los años.   Esto ha hecho que los consumidores hayan logrado una autonomía suficiente para que no sean manipulados, si no quieren serlo. Lo que está claro es que en sus manos tienen la última decisión.  
Los detractores de la cultura de masas suelen formular sus teorías en base a los mismos o similares argumentos: el consumidor pasivo, la mano negra manipuladora de la industria, la ignorancia de la masa… “La cultura vulgar contemporánea es brutal y perturbadora”  decía Leslie Fiedler en  The Middle Against Both Ends, (1957).
 Creo que respecto a esto no deberíamos olvidarnos de que todos pertenecemos a la masa y todos formamos parte de ella en muchas de sus facetas. Puede que yo sepa algo de música y, por lo tanto,  sea muy selectiva a la hora de escuchar lo que quiero, pero tan sólo sabría nombrar un par de  títulos de revistas de comics actuales, no podría llegar a decir el nombre de 10 arquitectos (actuales) y probablemente no sabría diferenciar ni nombrar ningún estilo o corriente de la pintura asiática (ni actual ni antigua). Conclusión: yo también soy  de la masa ¿y qué?




[1] RAGUÉ ARIAS, Mª José.  Los movimientos pop. Salvat Editores, S.A. Barcelona,  1973.