martes, 14 de agosto de 2018

Antonio Zambujo:más que fado


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António Zambujo, Semana Grande. Plaza Mayor, jueves 9 de agosto.

La sensibilidad y la elegancia de la música portuguesa impregnó la Plaza Mayor de Gijón en una noche más que agradable. António Zambujo, considerado el mejor cantante masculino de fado,  ha sabido romper los límites del estilo que lo encumbró y convertirse  en uno de los representantes más importantes de la música portuguesa a nivel internacional. Sus sonoridades mantienen la esencia del fado tradicional y añaden toques brasileños, africanos, griegos y elementos del jazz. Quizás, por ello su música es tan especial.


Esa sonoridad diferente que  tienen las canciones de Zambujo la captamos desde el primer tema “Fatalidade”, del último disco “Rua da Emenda”. Su voz es una delicia en cuanto a timbre y tesitura y los arreglos musicales son de gran calidad. Para ello se acompaña de un gran intérprete de guitarra portuguesa, Bernardo Couto, que le da el timbre tradicional, pero también cuenta con José Miguel Conde manejando las llaves del clarinete y el clarinete bajo, que aporta un sonido original a las respuestas de las melodías vocales. Menos protagonismo tuvo Joao Moreira, aún así, sus intervenciones en la trompeta con sordina en temas como “Valsa dum pavao Ciumento” o “Guia”, fueron de gran sutileza. El metrónomo y la riqueza rítmica estuvo a cargo de Mario Costa en la batería y percusiones, y todos ellos coordinados bajo la dirección del contrabajista Ricardo Cruz, encargado de engrandecer las melodías de Zambujo con buenos arreglos musicales.

Ejemplo de buenos arreglos es el fado “Apelo” que empezó calmado y fue subiendo la intensidad para finalizar en una larga nota del cantante. También es destacable el “Fado Desconcertado”, con clara  influencia de la bossa nova, o “Algo Estranho Acontece” que tanto me recuerda a Piazzolla y su “Libertango”. También hubo temas para deleitarse ( “Flagrante”),   para hacer un guiño al Sporting y arrancar las risas de los presentes ( “Zorro”) o para cantar a pleno pulmón toda la plaza (“Noche de Ronda” o “Cielito Lindo”).
  
António Zambujo preguntó al público si se entiende lo que canta y las respuestas estaban bastante divididas: unos decían que sí, y otros que no pero que les daba igual. Cierto es que el portugués se capta a grosso modo pero para entender las sutilezas  de sus historias románticas, amores perdidos, sensaciones de soledad, etc., hay que dominar la lengua y el google translate aún está en pañales. En lo que no estaban divididas las opiniones del público era en lo agradable que suena la música de Zambujo y en lo bonita que es su voz. Y eso que dicen que el fado es cosa triste, sin embargo, el público se marchó muy alegre tras haber disfrutado de este gran concierto.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España


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