Casablanca + Grim
Comet en la sala Acapulco del Casino de Asturias. Miércoles 30 de abril.
La banda sueca Casablanca en su
anterior gira por España dejó el listón muy alto. Es la segunda vez que
visitan Gijón, aunque en esta ocasión hay cambios de personal y no para mejor.
La falta del guitarrista Ryan Roxie, que ya trabajó con Alice
Cooper o Slash entre otros, se hizo notar en los solos de guitarra y en
los riffs. Lo bueno que tiene esta banda es que, a diferencia de
otras del estilo, no todo se centra en los sonidos de la guitarra.
La puesta en escena del cantante Anders Ljung y la potente pegada
de la baterista Josephine Forsman son la esencia de Casablanca. El
quinteto lo completan el bajista y ex-futbolista de la liga profesional sueca
Mats Rubarth, el segundo guitarra Erik Almströn y Jon Sundberg en sustitución
de Ryan Roxie.
La presentación del nuevo single “My
Shadow Out of Time” fue la excusa para esta pequeña gira, antecesora de lo que
será su nuevo álbum a finales de año, y la sorpresa fue la poca asistencia de
público para ver a una de las bandas con más proyección internacional que
hay en este momento.
El trío madrileño de Rock stoner Grim Comet, con sus graves afinaciones y la presentación de su primer disco “Pray for the victims”, se encargaron de telonear a la banda sueca, cuyo cantante apostó por un cambio de look mucho más impactante para esta gira. Pero Anders Ljung además de cuidar su aspecto físico al detalle también controla sus cuerdas vocales. Tiene un buen cambio de registro y sabe rajar la voz con buena técnica, aunque en el concierto de Gijón tuvo algunos pequeños patinazos, sin importancia. El resto de la banda más o menos bien, el bajista muy correcto y, entre los dos guitarras formaban uno medio bueno. Pero lo más destacado del concierto de Casablanca es la batería, sin duda. Josephine Forsman, con un metrónomo implantado en su cabeza y una impactante seguridad al golpear los timbales se convierte en el motor de la banda, logrando un buen empaste de bombo y bajo. Lástima que este instrumento sea tan poco visible, aun así buen futuro le espera a esta chica en el mundo del rock.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España
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