Asociación Amigos del Fado de Asturias y
Teatro Jovellanos. Sábado 16 de mayo.
Casa de Fados: Catia de Oliveira y José
Manuel Clemente
Los aficionados al fado tuvieron ocasión
de disfrutar de una velada en la que la expresión musical más internacional de
Portugal cobró vida de nuevo en Gijón. El decorado del escenario del
Teatro Jovellanos estaba ambientado a la manera tradicional de las auténticas
casas de fados de la zona antigua de Lisboa: mesas y sillas ocupadas en
una esquina del escenario simulando una taberna, un biombo con retratos de
grandes fadistas, tres músicos sentados y una pareja de artistas que expresan
emociones y construyen relatos a través de la voz, dialogando con el público al
que se le invita a permanecer en silencio mientras se canta, pues en el fado
así debe ser.
La actuación comenzó con una
“guitarrada” -nombre con que se designan a los temas instrumentales del género-
a cargo de Ángelo Freire (guitarra Portuguesa), Flávio Cardoso (viola) y Daniel
Pinto (guitarra baja). Los tres músicos crearon un entramado melódico-rítmico y
un soporte armónico de gran riqueza para que los cantantes fadistas Catia de
Oliveira y José Manuel Clemente pudieran desarrollar su personalidad musical.
Fue un lujo contar con la presencia de uno de los guitarristas más
cotizados del mundo del fado, pues Ángelo Freire es un gran virtuoso al que
recurren las grandes fadistas como la genial Mariza, Ana Mora, Carminho o
Mafalda Arnauth entre otras.
Tras la guitarrada, la contralto Catia
de Oliveira tomó presencia en el escenario, vestida de negro como manda la
tradición, para deleitarnos con diversos tipos de fados, desde los más
primitivos como el fado menor o el corrido hasta los actuales triplicados o
tangos, con composiciones de autores de prestigio como José Marqués o
Joaquim Pimentel, entre otros. La voz de Catia destaca en los fados tristes que
requieren más dramatismo y fuerza vocal, pues su voz es cálida y dotada de un
vibrato natural fruto de la experiencia. Menos brillante resulta su voz para
los fados más ligeros, ya que su particular forma de alargar los glissandos más
de lo habitual, sin resolver a la vez que la instrumentación, produce
efectos de desafinación. Se despidió entre fuertes aplausos tras cantar un fado
triste popularizado por Amalia Rodríguez.
Otra pieza instrumental de gran
virtuosismo por parte de Freire dio paso al fadista José Manuel Clemente. Se
ganó a los presentes por su esfuerzo para comunicarse en español y por
sus dotes líricas cultivadas a base de experiencia y saber estar encima de un
escenario. Al igual que Catia también nos regaló una variedad de fados
con letras de grandes poetas fadistas, algunas tristes que expresan
sentimientos profundos y otras más divertidas e irónicas. No faltó algún tema
en el que se invitó a cantar al público, dispuesto a participar de la esencia
portuguesa. Una gran actuación que fue muy ovacionada por el público.
Para despedirse contó de nuevo con la presencia de Catia de Oliveira para
ofrecernos una “desgarrada” en la que los dos fadistas “discuten” y luego se
reconcilian. Los aplausos insistentes del público reclamaron un bis y los
dos cantantes volvieron al escenario para desvelarnos una vez más el misterio
del fado.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario