Orquesta de Cámara de Siero (OCAS). Dirección: Aarón Zapico
Higiénico Papel Teatro. Guion y Dirección de escena: Laura Iglesia
Danzasturias. Coreografía: María Larroza
Teatro Jovellanos, domingo, 26 de abril.
La magnífica interpretación del actor Félix Corcuera en el papel del
diletante rey Jorge II fue el hilo conductor del divertido espectáculo
“Una de fuegos artificiales”, recreación del estreno de “Música para los
reales fuegos de artificio” de Haendel, compuesta para celebrar el fin de la
Guerra de Sucesión austriaca en la Inglaterra de 1748. El hecho histórico
fue un auténtico desastre, sin embargo en el espectáculo del Teatro Jovellanos
no hubo ningún incendio y fue un gran éxito en las dos sesiones del domingo.
La jovencísima Orquesta de Cámara de Siero, junto con “Danzasturias”
y la escenografía de “Higiénico Papel Teatro” se unieron para ofrecer al
espectador música y danzas barrocas (y también actuales), luces y mucha
pirotecnia. Hay que destacar la labor de los dos jóvenes violinistas de
la orquesta: Carlos García y Luís Campa, que se encargaron de la parte de los
efectos especiales, totalmente inocuos, por supuesto, con muy buenos
resultados.
La fanfarria inicial del eurovisivo himno de Charpentier, con
dos trompetas en los palcos, quedó un poco deslucida por el nerviosismo
propio de los jóvenes intérpretes, pero rápidamente el resto de la orquesta se
hizo con el control para dar paso a la llegada de Jorge II y su ayudante. Ambientado
por los acordes de una tiorba el rey narra los acontecimientos que tuvieron
lugar aquella trágica noche. Un guion escrito con gran inteligencia y
mucho sentido del humor por parte de la directora de escena Laura Iglesia
nos traslada al siglo XVIII, en el que se dan cita diferentes músicas barrocas,
principalmente de Haendel y Telemann, con guiños al “La, la, la” de Massiel, a
Michael Jackson y algún fragmento de rock. La música, interpretada por una
orquesta muy joven y amateur y conducida magistralmente por Aaron Zapico,
sorprendió a los presentes por las dinámicas conseguidas, con
momentos brillantes en la sección de cuerda y la incorporación de
detalles contemporáneos, sobre todo en la sección de percusión.
Los decorados, la buena colocación en el
escenario y los “fuegos artificiales” a base de globos luminosos y mucho
confeti disparado desde los palcos más altos del teatro completaban un
espectáculo muy actualizado en el que no hubo ningún elemento
histriónico, todo estaba justificado. Las pompas de jabón cayendo
del techo para que el rey pudiera “nadar”, ataviado con bañador y gorro
años 20, mientras la orquesta interpretaba el tercer movimiento de la
sinfonía de Telemann, quedó magistral. También hubo lugar para bailes de
hip-hop y personajes como Félix Rodríguez de la Fuente o Buzz Lightyear y su
“Hasta el infinito….¡y más allá!”, con el que el rey Jorge II despidió la
actuación. Un espectáculo hecho con más inteligencia que medios y con unos
resultados que ya quisieran otras grandes producciones. Por si fuera poco
la recaudación se hace con fines solidarios. ¿Quién da más por menos?
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España.
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