Gira
“Grandes éxitos, pequeños desastres”. Gijón “Parque Hermanos Castro”, viernes
20 de julio.
¿Por qué pagar unos cuantos euros para ir a ver un concierto de Dani Martín
cuando lo puedes ver en internet gratis
y sin que nadie te pise ni invada tu espacio personal? El hecho es que hay
varios vídeos subidos a la plataforma
Youtube de la gira “Grandes éxitos, pequeños desastres”, donde se puede ver el
concierto de principio a fin y es exactamente igual que el espectáculo ofrecido
en Gijón. Las mismas canciones, los
mismos arreglos musicales, el mismo discurso, los mismos movimientos recorriendo
el escenario, las mismas proyecciones, el mismo vestuario, los mismos defectos
de vocalización y casi las mismas notas desafinadas. Sólo una cosa diferente y es que a Dani
Martín se le ha caído el tinte azul del
pelo. ¡Vaya! ¡Menuda diferencia! Es más, los vídeos están subidos por fans que
han soportado largas horas de espera para estar en primera línea, por lo tanto,
en vídeo se ve el espectáculo mejor que lo que podemos visionar los que no
hemos hecho colas.
Quince minutos de espera para el inicio del concierto. Eso
sí, estábamos muy entretenidos viendo cómo salían nuestras caras en las
pantallas laterales bajo el título “Es tu momento de hacer el imbécil”. Y resulta que a los españoles nos encanta reírnos
de la vergüenza ajena. Vamos, que si hubieran estado otros quince minutos nadie
se hubiera enfadado.
Un gallo con un cartel que dice “¿Estáis listos cabrones?”
inicia el show y la banda arranca con
“Volver a disfrutar”. Apreciamos la
primera diferencia entre el vídeo y el directo: el sonido. El recinto tiene muy
buena acústica y el equipo de sonido es muy potente. Veinticuatro canciones de
éxitos de “El Canto del Loco” y de Dani Martín en solitario son interpretadas
en directo por Paco Salazar y Roberto
Lavella (guitarras), Candy Caramelo (bajo), Coki Giménez (batería) e Iñaki
García (teclados). La banda suena contundente y empastada, sin florituras instrumentales
a excepción de la introducción de piano en “Qué bonita la vida”. Los músicos
están al servicio de las canciones y de la voz de Dani Martín, que se mostraba incómodo
en ocasiones por la escucha de los auriculares. Aun así, son dieciocho años de
carrera artística y sabe reponerse con profesionalidad, siguiendo el guion al
dedillo.
Sabemos que estos shows se preparan minuciosamente y se mide
cada detalle al milímetro, como lo hace una orquesta sinfónica, una ópera o
cualquier otro espectáculo. Pero estamos hablando de rock. Y precisamente uno
de los fuertes de este estilo es que cada directo suena diferente: los solos
instrumentales no siempre son idénticos, hay espacios para la improvisación, la
interacción con el público es un poco distinta -y no vale solo con cambiar “Madrid” por “Gijón” o “paella” por
“fabada”-, etc. En definitiva ¿merece la pena pagar por ver un concierto de
Dani Martín? Si te gustan sus canciones y si juzgamos la satisfacción del
público a la salida del abarrotado recinto la respuesta es afirmativa. Para mi
gusto no, porque yo quiero escuchar algo sorprendente, algo diferente del
concierto de Valladolid o del de Bilbao. Pero, como se suele decir, el público siempre
tiene razón.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
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