Concierto de Leiva en el Festival
Metrópoli. Viernes 30 de junio
Hay un grupo de artistas en los que no gastaría ni un euro
en comprar sus discos, prefiero escucharlos en alguna plataforma de descarga
gratuita y no muy a menudo, porque cansan. Leiva es uno de ellos. Su voz no me
convence: un timbre sin cuerpo, sin resonancia, con una tesitura que se mueve
en un registro limitado medio-agudo y falto de matices, con atisbos de
desafinación -aunque eso está de moda- y una colocación de la voz en la
garganta sin presión del diafragma. Particularmente me desagrada. Sus letras
tampoco me convencen: casi todo gira en torno a amores, desamores, a lo que
fuimos, a lo que nos quisimos y bla, bla, bla, demasiado manidas a estas
alturas. En lo que concierne a la parte arquitectónica de las canciones sí que
hay una buena construcción instrumental, buenas ideas, buenos arreglos y
una producción impecable que lleva el sello inconfundible de Carlos Raya.
Pero me faltaba el directo. Leiva llegó a Gijón de la
mano de Metrópoli para presentar, su último y tercer trabajo en solitario desde
que decidió disolver Pereza. Desató sus primeros “Monstruos” con “La lluvia en
los zapatos”, la “Guerra Mundial” y también soltó sus “Animales”, un antiguo
éxito de su etapa con Rubén Pozo, el otro alma máter de Pereza. Para el
tercero o cuarto tema de la noche mi opinión sobre Leiva había cambiado
totalmente. Su voz, con un punto de ronquera, tenía cuerpo, fraseaba
perfectamente empastando con los coros y dejaba de ser el típico cantante “popy”
con toques roquerillos para convertirse en un vocalista de banda de rock
& roll auténtica. Toda una sorpresa para mí.
Casi dos horas de concierto en el que el recinto abarrotado
de público hasta las vallas disfrutó de sus éxitos con “Pereza” y
en solitario, que ya suman unos cuantos. Sin pausa entre tema y tema se
sucedían canciones arropadas por la “Leiband”, un pedazo de banda capaz de
convertir canciones insulsas y pensadas para lograr un rápido éxito
en el mainstream, en grandes temas: “Estrella Polar”, “Princesas” o
“Sincericidio” son buenos ejemplos de ello. Muy destacables los arreglos del
Hammond en las manos de César Pop, así como la riqueza rítmica en el tándem
formado por Luismi Huracán (percusión) y José Bruno (batería). Buen
sonido del bajo a cargo de Manolo Mejías y brillantes los metales de Tuli y
Gato Charro. Los riffs de guitarra de Juancho Sidecars empastan perfectamente
con la Telecaster de Leiva, destacando algunos temas como “Superman”, “Electricidad”
o “Terriblemente Cruel”.
Sin duda, lo mejor de Leiva es la piña que forma con sus
músicos, se lo pasan bien encima del escenario y son capaces de transmitir esa
complicidad que hay entre ellos en cada tema y en cada arreglo. Así que después
de este concierto probablemente seguiré sin comprar sus discos, pero cuando
tenga ganas de escuchar una buena banda de rock & roll Leiva y su
Leiband será una de mis opciones. En directo son un bombazo.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España
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