Lazy Lester & His Lazy
Boots. Sala Acapulco del Casino de
Asturias. Sábado 17 de junio.
El ambiente
que se respiraba en la sala Acapulco, en los minutos previos al concierto,
presentaba ciertas diferencias respecto a otros eventos. Hablamos del gran Lazy
Lester, toda una leyenda del swamp blues que permanece encima de los escenarios
cuando está a punto de cumplir 84 años, nada menos. En el ambiente se palpaba
la admiración y el respeto por lo que fue y por lo que es.
La banda que
acompaña a Lester, Lazy Boots, abre el concierto con un blues bastante animado
de estructura clásica. Al finalizar el segundo tema dan paso “al gran maestro
Lazy Lester” y es recibido con una gran ovación. “No os veo pero sé que estáis
ahí”, fueron sus primeras palabras con acento escocés y seguidamente pudimos
disfrutar de un buen número de éxitos de blues y rock and roll, algunos con
sesenta años de vida. Su edad no es impedimento para estar dos horas encima de
un escenario, cantando y alternando solos de armónica y guitarra acústica y
dejando claro que en el manejo de la armónica se mantiene en forma.
Nos llama la
atención la falta de bajista, ya que el “walking bass” en el registro grave
está presente y, además, los grupos de blues “siempre” llevan bajista. En este
caso no. Las funciones del bajo quedan resueltas por los dos guitarristas
que se intercambian el papel según les
conviene. El resultado no está mal, de hecho en la primera mitad del concierto
me convence la ausencia del bajo, aunque, quizás en la segunda parte mis oídos
echan de menos las frecuencias más graves y el ataque que produce ese
instrumento. También es significativo la diferencia de sonido de las dos
guitarras: siendo las dos Stratocaster, las manos de César Crespo consiguen
sacar un timbre más redondo y atractivo, sin embargo, la guitarra de Álvaro
Bouso suena seca y nasal. Técnicamente los dos son bastante buenos. La batería
de Carlos Arsuaga estuvo precisa, consiguiendo amarrar con firmeza algunos
pequeños desajustes de tempo que se pudieron captar. La interpretación más
brillante de la noche corre a cargo de Emilio Arsuaga: sus solos de armónica y
sus contestaciones a la voz de Lester no pasaron desapercibidas para un público
acostumbrado a escuchar buen blues.
Pero lo que
más llama la atención son las muestras de respeto y de admiración por
parte de los músicos hacia el gran maestro, amoldándose en todo momento a sus
necesidades, supliendo algunas carencias audibles y tomándose el tiempo
necesario para cada tema. El mismo respeto y admiración que mostró el público
con intensos aplausos en cada intervención y manifestándose con una gran
ovación final que fue agradecida por el gran Lazy Lester. Sin duda, un buen
concierto.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España
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