Dave Ambrosio Trío.
Centro de Cultura Antiguo Instituto.
Ciclo “Jazz en el centro”. 4 Marzo 2015.
Se
dice que los tiempos no están para lujos pero, quizás el concepto de lujo
habría que redefinirlo. Así lo entendemos los que asistimos a la presentación
del nuevo trabajo discográfico de Dave Ambrosio Trío. Virtuosismo, gran calidad
sonora y perfección técnica son los elementos más destacados en uno de los conciertos más esperados del ciclo
“Jazz en el centro”, organizado por la
Fundación Municipal de Cultura. Al contrario de lo que muchos piensan, lujo y dinero no siempre van unidos, pues, por 3 simbólicos euros los asistentes
pudieron disfrutar de una velada de
auténtico freejazz, cultivado
en las más altas esferas de Nueva York. Evidentemente el aforo estaba al
completo.
Dave Ambrosio es un contrabajista que
decide formar su propio trío para dar
luz a un instrumento que, desde tiempos de Pachelbel permanece en la
sombra. Eso sí, que no falte en ninguna
formación porque el vacío puede producir
vértigo. Pero Dave Ambrosio, con un curriculum
de los que pesan, encuentra la manera de darle la vuelta a la
jerarquía que ocupa su instrumento arropándose con 2 músicos de la élite neoyorkina. Es evidente la gran compenetración entre los
3 componentes que, desde el principio, logran mantener una atmósfera llena de
contrastes dinámicos, en la que el “sonidazo” cálido del saxo tenor (Loren Stillman) se fusiona
con el timbre redondo y profundo de
un contrabajo capaz de abarcar todo el
registro sonoro del instrumento. Y para
cerrar este perfecto triángulo equilátero, Russ Meissner, un batería que huye
de los silencios, creando una base rítmica con patrones bien estructurados e
integrando gran parte de las posibilidades tímbricas.
La melodía es la base de la construcción de
sus temas. Eso no quiere decir que la
armonía estuviera ausente, todo lo contrario, las melodías onduladas y ascendentes del saxo, en
contraposición con otras más quebradas y
descendentes (en varias ocasiones con notas dobles), a cargo del contrabajo
logran un desarrollo armónico modal sugerente y asequible para el oído en la
mayor parte de los fraseos.
Cambiando
la trayectoria habitual de tocar los temas más potentes y llenos de energía al
final de cada concierto optaron por terminar con una pieza a medio tempo, precedida de otra bastante lenta. Creo que la elección no fue correcta porque dejaron al público frío (no pidieron bis), aunque muy adecuado para el descanso nocturno, pues
al día siguiente hay jornada laboral.
Me
resisto a concluir sin expresar mi admiración por mi vecina de asiento (una
señora cuya edad sobrepasa los 80 y a la que no tengo el gusto de conocer), pues
me cautivó desde el primer tema por la
intensidad con la que vivió el concierto, eso sí con discreción.
Mar Norlander para el periódico La Nueva España
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