viernes, 20 de diciembre de 2019

Milanés y la tortilla

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Pablo Milanés,  gira “Esencia”. Teatro de la Laboral, sábado, 14 de diciembre

Un pincho de tortilla es suficiente para que un espectáculo se quede a medio gas. La tortilla y un largo viaje en coche desde Sevilla a Gijón dejaron a Pablo Milanés con mal cuerpo y su esperado concierto en el teatro de la Laboral quedó aburrido y monótono. 

Uno de los tres fundadores de la nueva trova cubana - junto con Silvio Rodríguez y Noel Nicola-, presentaba en Gijón su gira “Esencia”, que lleva año y medio rodando por los principales teatros: una gira que repasa las canciones más emblemáticas del artista, junto con otras que han pasado más desapercibidas y algunas composiciones nuevas.  La pianista Ivonne Téllez y la chelista Caridad Varona, junto con la guitarra de Milanés fueron los únicos instrumentos que sonaron durante el recital.

Las dos primeras canciones “Matinal” y “Plegaria” dieron comienzo a una sonoridad con pocas variaciones a lo largo de todo el concierto. Los únicos cambios resaltables fueron  “De qué callada manera” y “En saco roto”, en los que el acompañamiento rozó los ritmos cubanos rompiendo un poco la línea musical, además de “Los males del silencio” interpretada a modo de danza barroca y renacentista. El resto del repertorio caía completamente en la monotonía debido principalmente a los acompañamiento del piano, en los que no se jugaba con los silencios ni había fraseos originales. Alguna aportación original hubo por parte de la chelista que alternaba melodías líricas en contestación a la voz con pizzicatos  para dibujar síncopas a modo de contrabajo y así imprimir un poco de ritmo. 

La voz sonó limpia y clara, como es habitual en Milanés, ya que su esencia es el mensaje de sus letras comprometidas y reivindicativas. Sus versos no tienen desperdicio  y sus melodías cuando compone sobre textos de otros también son de gran calidad, como “Alga quisiera ser” con letra del poeta asturiano Ángel González, o una de sus canciones más antiguas y queridas “Ya ves y yo sigo pensando en tí”.
El concierto fluyó de manera coloquial, en ocasiones improvisando el orden del repertorio para acomodarlo a su tesitura sin esfuerzo, claro que es fácil buscar las canciones que mejor le vienen entre tantísimo repertorio como ha compuesto a lo largo de su vida. Aún así no podían faltar parte de sus himnos como “Para vivir”, la famosa “Yolanda” o “El breve espacio en que no estás” con la que dio fin al recital de poco más de hora y media. 

Decíamos que faltó variedad en el acompañamiento musical, pero también faltó diálogo con el público por parte de Milanés, tal y como nos tiene acostumbrados: sus aventuras y reflexiones entre canción y canción no estuvieron presentes por culpa de la tortilla. En definitiva, no fue una buena noche, aún así los gijoneses hemos tenido la oportunidad de disfrutar de sus conciertos varias veces y esperamos que vuelva pronto y en plena forma. 
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

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