viernes, 20 de diciembre de 2019

Film Symphony Orchestra: un pastiche de bandas sonoras





Film Symphony Orchestra: La mejor música de cine. Teatro de la Laboral, domingo, 15 de diciembre. 

Muchos éxitos está consiguiendo el director e ideólogo de la Film Symphony Orchestra Constantino Martínez-Orts.  Su presencia en el teatro de la Laboral en marzo del presente año interpretando bandas sonoras de John Williams, causó sensación y como consecuencia repitió escenario volviendo a agotar todas las entradas en estas fechas próximas a la Navidad. Pero esta vez faltó coherencia: su fórmula de ofrecer los temas más populares a modo de píldoras de diferentes películas funciona muy bien entre el público mayoritario, sin embargo, el resultado es una mezcolanza  que no está a la altura de la recopilación de bandas sonoras de Williams.

La suite que aborda los principales temas de “El Secreto de la Pirámide” fue una idea magnífica para abrir el concierto después de la Fanfarria de Korngold. Recordamos al joven Sherlock Holmes y a su ayudante el Dr. Watson, cómo huían de sus propios fantasmas al ser envenenados por disparos con una flauta certera. Había coherencia entre los distintos leitmotiv y la orquesta acertaba con la interpretación. Y también funcionaron bastante bien los temas de “El Discurso del Rey”, de Alexander Desplat, aunque la elección fue de lo más asequible dentro de la banda sonora. Hubiera estado fenomenal que se atrevieran con el segundo movimiento de la “Séptima” de Beethoven,  pieza clave de la película mientras el Rey Jorge (interpretado magistralmente por Colin Firth) ofrecía su discurso intentando superar la tartamudez. Quizás era un plato demasiado fuerte para digerir o quizás, superaba el tiempo que la orquesta dedicaba a cada película.

Hay cierta analogía entre “Inteligencia Artificial” de John Williams, “Jurassic World” de Michael Giacchino o “Willow” de James Horner junto con algunas grandes obras de Alan Silvestri. Sin embargo, del sinfonismo decimonónico alemán de las aventuras de “Han Solo” pasamos al exotismo oriental de la película “Aladín”, con ciertos problemas en la sincronización dicho sea de paso; y cambio de tercio para escuchar “El éxtasis del oro” de la película “El bueno, el feo y el malo” con soprano incluida. Ya en la segunda parte pasamos de la gloriosa y épica “Norte y Sur” al intimismo de “Amélie” o el ritmo frenético de “Piratas del Caribe”. En fin, todo un pastiche de emociones.

Me encantó su interpretación de la suite “Interstellar” del grandísimo Hans Zimmer, pero es un agravio tocar una obra de esa magnitud condensada en cinco minutos y pasar seguidamente a “Los Vengadores” de Alan Silvestri. Y no porque una sea menos importante que la otra o porque tenga menos calidad, sino porque no hay tiempo para procesar, para desarrollar las ideas y para saborear. Son dos mundos totalmente diferentes musicalmente hablando. 

Cada banda sonora por sí misma es una gran obra de arte y como gran aficionada al género aplaudo que exista una orquesta de estas características, pero me produce rechazo el formato: tocar cosas ligeras y cortas,  de consumo fácil, que estén en la mente de todos los aficionados, buscando la emoción visceral y el aplauso inmediato yo no lo compro. Finalizado el concierto me quedé con la sensación de haberme pegado un atracón en un restaurante tipo buffet con una gran variedad de platos queriendo probarlos todos, aunque sea de Estrellas Michelín. La digestión no es fácil. En muchas ocasiones menos es más. 

Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

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