Forma Antiqua: “Les Scaramouches”. Organiza la
Sociedad Filarmónica de Gijón. Teatro Jovellanos, miércoles 6 de octubre, 2021.
“Voy a contaros la
cosa más admirable, la más sorprendente, la más maravillosa, la más milagrosa…
la más digna de envidia”, comenzaba declamando la actriz Ana Villa para dar
vida a “Les Scaramouches”, el espectáculo de los hermanos Zapico en su conjunto
instrumental “Forma Antiqua” con el que se inauguró la nueva temporada de la
Sociedad Filarmónica de Gijón. Una selección de piezas enmarcadas en el barroco
francés más exquisito que domina a la perfección esta formación de once
componentes capitaneada por Aarón Zapico.
Musicalmente un 10,
sin duda. No había una nota fuera de lugar ni un timbre que no encajara en este
puzle sonoro bien armado a base de piezas históricamente bien informadas. La
formación conseguía trasladar a los espectadores a los jardines de Versalles y
a la corte del rey Luis XIV, con todo su boato. Las flautas de Guillermo
Peñalver y Alejandro Villar volaban con una precisión milimétrica en los
difíciles y virtuosos fraseos de piezas creadas por Couperin, Lully, Corrette y
Leclair. Instrumentos poco asiduos como la tiorba de Daniel Zapico o la
guitarra barroca de su hermano Pablo se entrelazaban con el clave de Aarón,
formando el armazón del conjunto instrumental. Si bien es cierto que la sonoridad
del clave queda difusa y apenas se percibe en un escenario como el del Jovellanos
sabemos que Aarón es un maestro de maestros a las teclas porque lo hemos visto
en otras ocasiones con mejor acústica. Las cuerdas frotadas de Jorge Jiménez y
Daniel Pinteño a los violines engarzaban puntillosamente con la viola de José
Vélez, el violonchelo de Ruth Verona y el contrabajo de Jorge Muñoz. Y para
marcar los tempos estaba David Mayoral que ofreció todo un despliegue de
instrumentos de percusión singulares. Grandes músicos todos ellos.
En cuanto a los textos recitados que “en
teoría” daban conexión a las piezas musicales ya hay más controversia. El texto
terminó con la misma frase del comienzo y por medio, entre una y otra pieza,
Ana Villa declamaba una selección de textos de grandes dramaturgos franceses de
la época, Molière entre otros. Y esa “cosa más admirable, la más sorprendente,
la más…” con la que comenzó y terminó no acabamos de adivinar cuál era. El
público se afanaba por conectar una intervención con otra y darle significado a
los textos escuchados en relación con las chaquetas de colores que triangulaban
el escenario, las cuales terminaron unidas en una esquina a modo de bandera
francesa. Quizás nos hubiera venido bien
alguna explicación o quizás no la tenía y era la pretensión del personaje que
da título a “Les Scaramouches”: jugar con el público. Después de todo no deja
de ser un espectáculo en el que se mezcla la farsa, la sátira, la tragedia y la
comedia en la noche francesa. Desde luego yo no fui capaz de apreciar conexión
alguna, así que opté por desistir y disfrutar de la maravillosa sonoridad de
estas obras tan representativas del barroco francés que nos ofreció “Forma
Antiqua”. Eso sí, interpretadas de modo exquisito.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
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