Musical
Mamma Mía! Teatro de la Laboral de Gijón. Abril, 2016.
El musical ¡Mamma Mía! es un espectáculo muy bien pensado y muy bien
enlazado de principio a fin. Las maravillosas e imperecederas canciones de Abba
son la disculpa para montar una trama
basada en enredos amorosos y secretos de familia con grandes dosis de
humor y emoción que se desarrollan en torno a Donna y su hija Sophie. La
iluminación, con predominio de blancos y azules, nos sitúa en una isla
griega y para las diferentes escenas se utilizan cambios de decorados que se
desarrollan con gran naturalidad. La música, el vestuario, las coreografías, la
iluminación, el atrezzo, los momentos de tensión, las escenas de humor…No
hay nada forzado, todo está muy bien justificado y encajado perfectamente con
el desarrollo de la historia.
En cuanto al tema vocal la más sorprendente es Clara Altarriba en el papel
de Sophie: personalidad, sensibilidad, dulzura, afinación y buen timbre.
Una delicia escucharla. También da gusto escuchar a Carlos Solano (Sky) y
verle actuar: es frescura, energía, pasión y buena voz. Los tres “posibles
padres de Sophie” se desenvuelven estupendamente con sus líneas vocales,
destacando el cálido y precioso timbre de Albert Muntanyola (Sam) y la
afinación de Nando González (Javi). Los arreglos vocales corales están muy bien
estudiados y muy ensayados. En cuanto a Nina tengo que decir que es una de las
mejores voces que hay en España, sin duda. Siento admiración por ella desde que
nos representó en Eurovisión en 1989, sin embargo no me convence en el papel de
Donna, ni como actriz ni como cantante. Como actriz, su fuerte
personalidad hace que su interpretación sea un tanto sobreactuada,
principalmente en las escenas con sus dos amigas Tanya (Olga Hueso) y Rosie
(Eva Diago), que bordan sus papeles. La voz de Nina es sublime pero
también resulta excesiva en ocasiones. Tiene demasiado potencial para algunas
canciones y no logra empastar todo lo que quisiéramos con el resto de las voces
(Dancing Queen, Mamma mía, Waterloo...). Tampoco me convence en solitario en la
versión española del tema “The winner takes it all”: al reprimir todo ese
potencial de voz queda, por momentos, artificial y engolada. Eso sí, la
afinación es perfecta y la estética muy buena.
Me hubiera encantado poder ver a la
orquesta (buenísima, por cierto) que estaba tocando en
directo, pero oculta detrás de la pantalla del escenario. Estamos hablando de
tan solo seis músicos, según el folleto publicitario y estamos hablando
del Teatro de la Laboral de Gijón, uno de los mejores del norte de
España, no de un teatrillo pequeño de cualquier pueblo. ¿No encontraron forma
de poner a la orquesta de manera visible? En el foso delantero sacrificando las
primeras butacas, en alguna plataforma a un lado del escenario (como en el
Circo del Sol), repartidos por los laterales…Esto es un musical no una obra de
teatro, por lo tanto, la música es muy protagonista y de paso los músicos
también. En fin, que si no fuera por este detalle fácilmente subsanable sería
un espectáculo redondo.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España
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