sábado, 23 de abril de 2016

¡Mamma Mía! Un espectáculo casi redondo



 
Musical Mamma Mía! Teatro de la Laboral de Gijón. Abril, 2016.
El musical ¡Mamma Mía! es un espectáculo muy bien pensado y muy bien enlazado de principio a fin. Las maravillosas e imperecederas canciones de Abba son la disculpa para montar una trama  basada en enredos amorosos y secretos de familia con grandes dosis de humor y emoción que se desarrollan en torno a Donna y su hija Sophie. La iluminación, con  predominio de blancos y azules, nos sitúa en una isla griega y para las diferentes escenas se utilizan cambios de decorados que se desarrollan con gran naturalidad. La música, el vestuario, las coreografías, la iluminación, el atrezzo,  los momentos de tensión, las escenas de humor…No hay nada forzado, todo está muy bien justificado y encajado perfectamente con el desarrollo de la historia.

En cuanto al tema vocal la más sorprendente es Clara Altarriba en el papel de Sophie: personalidad, sensibilidad, dulzura, afinación y buen timbre.  Una delicia escucharla. También da gusto escuchar a Carlos Solano (Sky) y verle actuar: es frescura, energía, pasión y buena voz. Los tres “posibles padres de Sophie” se desenvuelven estupendamente con sus líneas vocales, destacando el cálido y precioso timbre de Albert Muntanyola (Sam) y la afinación de Nando González (Javi). Los arreglos vocales corales están muy bien estudiados y muy ensayados. En cuanto a Nina tengo que decir que es una de las mejores voces que hay en España, sin duda. Siento admiración por ella desde que nos representó en Eurovisión en 1989, sin embargo no me convence en el papel de Donna, ni como actriz ni como cantante.  Como actriz, su fuerte personalidad hace que su interpretación sea un tanto sobreactuada, principalmente en las escenas con sus dos amigas Tanya (Olga Hueso) y Rosie (Eva Diago), que bordan sus papeles.   La voz de Nina es sublime pero también resulta excesiva en ocasiones. Tiene demasiado potencial para algunas canciones y no logra empastar todo lo que quisiéramos con el resto de las voces (Dancing Queen, Mamma mía, Waterloo...). Tampoco me convence en solitario en la versión española del tema “The winner takes it all”: al reprimir todo ese potencial  de voz queda, por momentos, artificial y engolada. Eso sí, la afinación es perfecta y la estética muy buena.

Me hubiera encantado poder ver a la orquesta (buenísima, por cierto) que estaba tocando en directo, pero oculta detrás de la pantalla del escenario. Estamos hablando de tan solo seis músicos, según el folleto publicitario y estamos hablando  del Teatro de la Laboral de Gijón, uno de los mejores del norte de España, no de un teatrillo pequeño de cualquier pueblo. ¿No encontraron forma de poner a la orquesta de manera visible? En el foso delantero sacrificando las primeras butacas, en alguna plataforma a un lado del escenario (como en el Circo del Sol), repartidos por los laterales…Esto es un musical no una obra de teatro, por lo tanto, la música es muy protagonista y de paso los músicos también. En fin, que si no fuera por este detalle fácilmente subsanable sería un espectáculo redondo.
Crítica de Mar Norlander para La Nueva España

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