Sociedad Filarmónica de Gijón. Teatro Jovellanos, sábado 11 de octubre de 2025.
El Cuarteto Casals dejó boquiabierto al aforo del Jovellanos y demostró por qué se sitúa entre las formaciones camerísticas más destacadas de nuestro tiempo. Se trataba del concierto inaugural de la temporada de la Sociedad Filarmónica y, para la ocasión, se seleccionó un programa tan ambicioso como coherente: el “Cuarteto n.º 3” de Arriaga, el “Cuarteto n.º 3” de Shostakovich y el “Op. 130” incluida la “Gran Fuga” de Beethoven. Ambicioso, porque requiere un conocimiento profundo de diferentes técnicas y sonoridades; y coherente, porque en las tres obras late la esencia beethoveniana.
En el bellísimo cuarteto de Arriaga, el conjunto mostró una lectura de gran elegancia y claridad. La articulación fue precisa, el equilibrio entre voces impecable, y la calidez del sonido reveló tanto el refinamiento clásico como las intuiciones románticas del joven compositor bilbaíno.
El cuarteto de Shostakovich tiene tanta intensidad emocional que es difícil de ejecutar con precisión sin caer en la monotonía. La interpretación del Casals fue impecable: la expresividad y la infinidad de matices provocaron que buena parte del público se le descolgara la mandíbula según avanzaban los cinco movimientos. Bravo, bravísimo.
Y para rematar la velada, el Op.130 incluyendo la “Gran Fuga” final. Beethoven la había concebido como cierre del cuarteto, pero su estilo radicalmente innovador y el rechazo de público y editor lo llevaron a sustituirla por un movimiento más ligero, publicándose aparte como “Opus 133”. Es poco habitual escucharla integrada, y el Cuarteto Casals asumió el desafío con valentía y lucidez. Su rigor estructural y su fuerza visionaria se manifestaron aquí en una interpretación tensa, musculosa, pero nunca desmesurada.
El público celebró una apertura de temporada memorable. El Casals no solo demostró su excelencia técnica, sino su capacidad para transformar la precisión en emoción y el estudio riguroso en arte vivo. Larga vida al Cuarteto Casals y que vuelvan pronto.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
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