jueves, 18 de abril de 2019

El Gijón Sound y Rozalén



Rozalén: Festival Gijón Sound, 2019. Teatro de la Laboral,
sábado 6 de abril, 2019.


“Identidad, cooperación, sostenibilidad,[...] son los VALORES
por los que apostamos desde Gijón Sound”, con esta frase se
define el Festival más emblemático de la ciudad en esta
edición del 2019. Y todo esto suena muy bien sobre papel
pero viendo el cartel yo me pierdo en el primer adjetivo:
“identidad”. A estas alturas creo que ni el gran musicólogo
y experto en la materia Eduardo Viñuela,  podría definir la
identidad del Gijón Sound. La noche del viernes en la sala
Acapulco pudimos ver a “Jacco Gardner´s Somnium”, que,
sin entrar a valorar la mediocridad de su propuesta, su
sonido es más propio de otro emblemático festival de Gijón,
el L.E.V. Después, en el mismo recinto “The Mani-Las”: un
trío femenino de punk-rock” que encajaría mejor en el
“Tsunami” si se lo tomaran en serio e hicieran algo más que
un pase de cuarenta minutos con versiones resultonas,
porque materia prima hay y de la buena. El sábado Rozalén
en la Laboral, fácil de entrar en cualquier festival excepto en
los anteriores, y de noche en el Ayuntamiento “Morgan”y
“La Casa Azul”. Estos dos últimos  encajan perfectamente en
mi concepto del Gijón Sound. Creo que pretender abarcar
tanto, en aras de la “diversificación” y de la “inclusión” hace
que las identidades se diluyan y me recuerda a las propuestas
de algunos partidos políticos en esta campaña electoral.
Cientos de fans se quedaron sin entradas para el concierto de
Rozalén, sin embargo, las primeras filas detrás del foso de la
Laboral estaban vacías. El motivo, la venta de abonos para el
festival, es decir, muchos de los abonados estaban
interesados en otros conciertos o simplemente no querían ver
a Rozalén y dejaron sus asientos sin ocupar. Muy lícito,
pero raro. Yo me pregunto, ¿esto de los abonos no sería más
práctico para conciertos que se disfrutan de pie? Amén de que
los horarios no están bien estudiados y varios conciertos se
solapan: los que asistieron al de Rozalén no llegaron a tiempo
para ver a Morgan, por ejemplo. Creo que sería conveniente
darle alguna vuelta a este asunto y evitar estos infortunios.


Pero mi cometido es hablar del estupendo concierto que
ofreció la gran artista manchega Rozalén. Prácticamente el
mismo que ofreció en febrero del 2018, el mismo repertorio
extraído de sus tres discos pero en otro orden. Si
exceptuamos la ausencia de Marisa Valle Roso como artista
invitada, también vimos la misma puesta en escena que en
el concierto anterior: los mismos discursos, los mismos
músicos, la fabulosa  traducción de las letras en lenguaje de
signos por parte de Beatriz Romero, el mismo decorado, etc.
Sin embargo, esta vez sonó mejor, si cabe. Con más
presión, más empaste y todo mucho más trabajado, fruto del
tiempo de rodaje. Aunque Rozalén no haya aportado ningún
tema nuevo la evidente complicidad entre los componentes
de la banda y la calidad artística provocaba que los temas
fluyeran uno tras otro, con pequeñas diferencias en los
arreglos y una gran riqueza de matices.
Un gustazo de concierto de casi dos horas y media.
Por lo tanto, siempre es agradable asistir a un concierto de
Rozalén, aunque no encaje en un festival como el Gijón Sound.


Crlítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España

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