César Latorre. Festival de Jazz de Gijón. Teatro Jovellanos, viernes, 12 de febrero, 2021.
Con el pianista César Latorre arrancó una nueva edición del Festival de Jazz de Gijón tras su aplazamiento por las restricciones provocadas por la pandemia. Apostar por un pianista en cuya concepción sonora no hay límites y lo mismo mezcla melodías conocidas del ámbito pop con armonías del minimalismo y free jazz, es una gran elección por parte de la organización del festival. Muestra de sus múltiples influencias es “Lucidity”, el álbum que presentó Latorre en el teatro Jovellanos ante un público más bien escaso comparado con otras ediciones, probablemente por causa de los cierres perimetrales.
Fue difícil reconocer el tema con el que inició el concierto pero una vez captado vimos la gran capacidad que tiene el pianista para transfigurar esquemas y armonías lejos del sentido inicial. En directo grabó un looper con el piano eléctrico desde un rincón del escenario y mientras éste sonaba Latorre se trasladó al centro para tocar con el piano de cola encima del ambiente grabado. Se trataba de una versión muy libre de “Me cuesta tanto olvidarte” de Mecano, un tema bien seleccionado y del que hizo una magnífica adaptación llevándola al terreno del jazz en una especie de meditación que sirvió para relajarse, pues no es fácil tocar en tierra patria sin sentir la presión.
Siguió con un tema propio cuya traducción es “Como sobrellevarlo”, un título muy venido a cuento por las circunstancias, en el que demostró una solvente mano izquierda. A destacar la composición en directo del hipnótico “Montezuma”, interpretado en directo con energía y derroche técnico.
Como era de esperar hubo homenaje al recientemente fallecido Chick Corea, uno de los grandes referentes para los músicos y los aficionados al jazz, “el Maradona del Jazz”, decía Latorre. Como homenaje escuchamos “Ilusión” un tema experimental en el que el pianista comienza jugando con las cuerdas del piano a modo de arpa en combinación con las teclas y continúa metiéndose en senderos cercanos a Chick Corea, si es que se puede definir así, porque Corea es inabarcable. Para mí, “Ilusión” fue el tema más ambicioso de la noche, sin embargo, el más elegante y en el que más se muestra la personalidad de César Latorre fue “Pulaki” (pequeño pájaro en griego). Se trata de una composición más tranquila y paisajística con una melodía tonal azucarada y casi infantil que va madurando y transitando por distintos modos de modo sorprendente, de manera que cuando el oído se está aclimatando a un fraseo Latorre le da un cambio inesperado y te transporta a otro paisaje, retomando de vez en cuando a la primera melodía. Gran composición.
Seguramente muchos de los presentes nos fuimos de retirada tarareando aquella famosa canción titulada “Take on Me” de los guapos noruegos “A-ha”, superventas de los años ochenta. Es de esas melodías que se quedan en la cabeza y no hay manera de soltarlas y el culpable fue César Latorre que la escogió para despedir su concierto. Con “Take on Me” jugó, la estiró y la transformó hasta que fue irreconocible y en este punto la volvía a retomar para que nadie se perdiera. Con una gran ovación fue despedido el pianista gijonés, demostrando una vez más su gran capacidad creativa y, sobre todo, su manera de ver y sentir la música. Sin fronteras.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
No hay comentarios:
Publicar un comentario