Juan Pérez Floristán
(piano). Teatro Jovellanos, miércoles 3 de octubre.
Organiza: Sociedad
Filarmónica de Gijón
En la interpretación de música clásica es muy difícil destacar porque en
cada ciudad hay músicos buenos. Por lo tanto, sobrepasar los niveles más
exigentes hasta poder llegar a figurar en un cartel con nombre propio sólo está
al alcance de unos pocos. El pianista Juan Pérez Floristán inauguró la
temporada de la Sociedad Filarmónica de Gijón en el Teatro Jovellanos
interpretando tres obras de máxima dificultad y estilos dispares y demostró por
qué puede actuar como solista.
Comenzó con “Música Ricercata” de Ligeti, una obra contemporánea en la que
el compositor se impuso límites estrictos para explorar al máximo la capacidad
compositiva, dentro del lenguaje tonal en la cultura húngara. La obra se divide
en once piezas breves, comenzando por la primera con tan solo dos notas jugando
con diferentes octavas, tempos e intensidades para exprimir al máximo las
cualidades del sonido. En la siguiente pieza va añadiendo una nota más y así
sucesivamente hasta llegar a la número once, una pieza de carácter
contrapuntístico donde experimenta con toda la escala cromática. La creación es
sublime por parte de Ligeti y la interpretación de Pérez Floristán magistral.
Con una técnica impecable supo destacar el carácter expresivo de una partitura
que tenía totalmente interiorizada. Sin duda, se merecía un gran aplauso, pero
no dio lugar a ello porque Floristán decidió enlazar esta obra con la Sonata
para piano nº 23 “Apassionata” de Beethoven, sin pausa. Sus tres movimientos se
sucedieron sin titubeos, destacando la interpretación del segundo, un tema con
variaciones en el que Pérez Floristán se sentía cómodo volando por encima de
los arpegios a gran velocidad. Al finalizar la obra llegó el estruendoso
aplauso.
Tras la pausa escuchamos la interpretación de los diez “Cuadros de una
exposición” de Musorgsky, una obra que musicaliza la forma en que vemos los
cuadros de un museo, pasando de un cuadro a otro a través del “Promenade”
(paseo) e inspirada en diez pinturas y dibujos de su amigo y pintor Viktor
Hartmann. La obra es de gran dificultad por su carácter programático,
representando diez “cuadros” diferentes entre sí. Por citar alguno, nada tiene
que ver el primer cuadro “Gnomos”, tétrico y misterioso, con el segundo
más cantabile, “Il vechio castello”. También son bastante dispares “Tuileries”,
que representa juegos de niños en un jardín o “La cabaña sobre patas de
gallina” donde podemos escuchar a la malvada bruja Baga-Yaga triturar los
huesos de los niños perdidos. Floristán demostró que conocía muy bien la obra y
supo darle el carácter adecuado a cada cuadro. La ovación a su interpretación
fue prolongada, hasta el punto de que se sintió con ganas de deleitarnos con la
complicada danza número 3 de Ginastera.
Sin duda, pudimos escuchar a
unos de los pianistas más brillantes del panorama español, avalado por el
primer premio del Concurso Internacional de Piano de Santander “Paloma O’Shea”
(2015). Merecido tiene este gran premio, entre otros, y muchos más que
llegarán, porque con sólo veinticinco años demuestra una gran calidad técnica y
una capacidad musical del más alto nivel. Un gran comienzo para la nueva
temporada de la Sociedad Filarmónica de Gijón.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
No hay comentarios:
Publicar un comentario