Concierto de Rozalén
en el Teatro de la Laboral. Sábado, 25 de febrero. Teloneros Alberto
& García, con la participación de Marisa Valle Roso.
Tres integrantes del grupo
Alberto & García, fueron los encargados de calentar el ambiente para la
entrada triunfal y casi despedida de la gira de Rozalén en el Teatro de La
Laboral de Gijón. Pero antes de hablar de Rozalén, quiero mencionar la
sensación tan agradable y buen sabor que me causó la banda ovetense Alberto &
García, presentando parte de su disco “Voladores”. Este grupo tiene buen sonido, buenos músicos
y buenas ideas, contando historias cercanas a la par que bien elaboradas. Su breve actuación me supo a poco, así que les seguiré la pista, sin duda.
Tenía curiosidad por ver a
Rozalén en directo dada la trayectoria tan vertiginosa que ha tenido en tan
poco tiempo. El éxito que ha alcanzado
con tan sólo dos discos en el mercado, es muy
difícil de conseguir si no estás muy bien apadrinado por alguna esfera de la
“Radio Fórmula” o no te apuntas al ritmo de reggaetón. Pues de momento Rozalén
pasa del reggaetón (gracias a Dios) y, aunque sí ha tenido buenos padrinos creo
que está donde está por méritos propios, vista su actuación en Gijón. No tiene un gran físico, aunque
agradable, resulta un tanto alejado del
canon de belleza que estipula no sé quién, pero que ahí está. Tampoco tiene una
gran voz, aunque es afinada. Si a esto
le sumamos que el concierto del Teatro de la Laboral era uno de los últimos de
la gira (el día anterior estuvo en Amsterdam) y que su voz presentaba
evidencias de cansancio (con acentuada ronquera y quiebro en los agudos) puede
ser que el resultado no fuera todo lo bien que se deseaba, sin embargo fue un
éxito.
Cantó temas pop de su último disco “Quién te ha
visto…”, intercalando con otros éxitos anteriores. Hubo temas en inglés como el
fantástico “Wings”, canciones de otros artistas a ritmo de corrido, como “Me
arrepiento”, un vals peruano “La flor de la canela”, de Chabuca Granda, la cumbia
“Somos”, el tema “Los artistas” en un estilo de Gypsy jazz, otros temas más
lentos como “Mi fe”, etc. Todo esto
junto, así contado, puede sonar a grupo de pachanga que se apunta a lo que
funciona, sin embargo Rozalén tiene una identidad propia, diferente, conectando
todos los temas y englobándolos dentro del mismo estilo. Además de un repertorio
muy bien escogido se rodea de estupendos músicos que ayudan a hacer aún más
grandes las buenas canciones que trae consigo. Destaco el precioso arreglo del
pianista y director musical Álvaro Gandul en la interpretación de “La Belleza”,
de Luís Eduardo Aute y el equilibrio tan perfecto que suman los dos
guitarristas Samuel Vidal e Ismael Guijarro durante todo el repertorio. Beatriz
Romero aporta originalidad en el escenario, danzando con el lenguaje de los
signos para que la música “pueda llegar a todo el mundo”. También contó con la
colaboración de la cantante Marisa Valle Roso para interpretar a dúo la canción
de Chabela Vargas “Llorona”. Las dos
juntas una delicia.
En definitiva, Rozalén apunta
maneras para convertirse en una gran artista acaparadora de masas, pues sabe
escribir buenas letras, sabe cantar, sabe rodearse de un buen equipo y, sobre
todo, derrocha una simpatía que hace que sienta ganas de comprarme su próximo
disco y de volver a verla en el escenario.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España.
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