lunes, 1 de agosto de 2022

Atracón de azúcar con James Blunt

 


James Blunt en el “Gijón Life”. Teatro de la Laboral, domingo, 31 de julio de 2022. 


Desde que James Blunt saltó a la fama con su primer álbum “Back To Bedlam” que contenía la almibarada “You’re Beautiful”, allá por 2005, ha acumulado nueve álbumes en total y, aunque  ha conseguido fabricar algún que otro éxito ninguno ha vuelto a pegar el pelotazo de aquella canción.  Su último lanzamiento, donde aglutina sus greatest hits fue la excusa para su reclamo en el “Gijón Life” como cabeza de cartel internacional, sin embargo, la venta de entradas no funcionó como se preveía y acabó celebrando su concierto en el Teatro de la Laboral para un público que ocupaba la mitad del aforo. Casi mejor, porque aunque el  británico haya tenido éxitos internacionales no deja de ser un cantante de bares y se mueve mejor en las distancias cortas. 


Con una voz limpia y bien afinada, aunque por momentos contenida sin abusar de sus característicos falsetes (quizás por aquello de racionar para su siguiente cita en A Coruña), se mostró simpático y con ganas de agradar, esforzándose con el español durante algunas frases y repartiendo abrazos efusivos entre las butacas para deleite de sus fans. Se ganó al público con temas como “Wisemen” o la sutil “Smoke Signals”, arropado por batería, guitarra, bajo y teclados. También tuvo sus momentos íntimos, por ejemplo, cantando “Goodbye my lover” y demostrando sus limitaciones con el piano, y encontró hueco para presentar algunas de las pocas nuevas con toda la banda como “Love Under Pressure” (nada que ver con la de David Bowie y Queen).


Además de la citada “You’re Beautiful” los momentos más efusivos del concierto fueron entonando “OK”,  aquella del cameo con el DJ Robin Schulz, la rítmica “Bonfire Heart” y la difícil de entender el porqué de tanta fama “1973”, con ese ritmo cansino y esa letra tan edulcorada. 


En total, hora y media de sesión de british pop agradable y con buen sonido, aunque el repertorio resultó un tanto empalagoso, tanto como comerse un buen trozo de tarta muy bien decorada. Pero el exceso de azúcar también tiene su público. 


Crítica publicada en La Nueva España

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