XIII Festival de Creación Audiovisual. Teatro de la Laboral, sábado 4 de mayo.
El Laboratorio de Electrónica Visual (L.E.V.) culmina su decimotercera edición con un gran despliegue de exposiciones, instalaciones y conciertos durante cuatro días, dejando de manifiesto que si este festival no existiera habría que inventarlo. De hecho, es uno de los eventos más importantes de Gijón y una buena disculpa para poner a esta ciudad en el mapa mundial de la vanguardia. Dicho esto, en cuanto a música no todo vale. Y si apuntábamos sobre estas líneas la poca calidad artística que tuvieron las propuestas de la jornada del viernes en el Teatro de la Laboral, la jornada del sábado tuvo sus más y sus menos.
Para empezar el colectivo berlinés “Transforma” traía una propuesta llamada “Manufactory”, una performance audiovisual con música de Sascha Ring y coproducida, entre otros, por el propio L.E.V. Desconozco las cifras de la inversión en este proyecto, pero viendo el resultado final es dinero tirado. Se vendió como “mezcla asombrosa de coreografía, vídeo en directo, grabaciones de campo y concierto, para homenajear al trabajo manual, desde los procesos artesanales hasta las fábricas y los ciclos de producción de la era industrial”. El adjetivo “asombrosa” sobra, lo demás es correcto si consideramos el rutinario movimiento de manos y algún paseo por el escenario como coreografía. Fue una performance aburrida, falta de ideas, de coordinación, de luz y de sonido. La perfecta excusa para echar una siesta en las cómodas butacas del teatro después de haber vivido una intensa noche de música electrónica en la Nave de la Laboral por parte de muchos de los asistentes.
Caterina Barbieri se ha convertido en un referente de las investigaciones sonoras en este tipo de eventos. La italiana y el artista visual Ruben Spini presentaron su primer show “A/V”, un proyecto de interacción entre humanos y naturaleza que no sorprendió tanto como se esperaba. A través del ordenador y la mesa de mezclas ofrecieron una muestra de sonidos procedentes del techno más ochentero, época en la que los sintetizadores analógicos tuvieron su auge. A base de arpegiadores y secuenciadores manipulados más o menos en directo la música iba transitando por distintos cuadros sonoros con imágenes de gran colorido y movimiento lento. Algún pasaje recordó a la música del famoso Tetrix, solo que con más calidad al no ser una muestra de 8-bits Con este proyecto Barbieri, a diferencia de otros que ha presentado a lo largo de su trayectoria, no aporta nada nuevo.
Traer un espectáculo de la creadora visual Alba G. Corral es una apuesta segura para el L.E.V. Ya estuvo en anteriores ediciones, siempre dejando el listón muy alto y en esta ocasión volvió a sorprender con una propuesta junto con el músico Alex Augier, que nos visitó hace un par de ediciones. Los dos, metidos en una especie de jaula ovalada cubierta con una tela semitransparente crearon un universo sonoro y visual a base de luz, color, muestras de sonido originales y tiempos bien medidos, convirtiendo el espectáculo en una experiencia hipnótica. El público lo agradeció con una estruendosa ovación.
Por lo tanto, aunque esta no haya sido una de las mejores ediciones del L.E.V., en lo que se refiere a los conciertos del Teatro de la Laboral, hay que seguir apostando por este festival, porque es necesario para dar cabida a todas esas inquietudes creativas que, sin duda, marcan el futuro audiovisual.
Crítica de Mar Norlander publicada en La Nueva España
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