En el siguiente vídeo, realizado por National Geographic, nos adentramos en un fascinante estudio que relaciona la mente con la música. Un brillante reportaje realizado con minuciosidad, de la mano del neurocientífico y músico Daniel J. Levitin y Sting, que no tiene desperdicio.
La última frontera puede no ser el espacio exterior, sino lo más profundo del cerebro humano. Dentro de los surcos de nuestra materia gris hay un misterioso y poderoso universo que define quien somos y como vemos la realidad. recientemente los científicos han descubierto una gran llave que abre muchos secretos del cerebro LA MÚSICA.
Esto ha inspirado a Daniel J. Levitin, pero a pesar de los esfuerzos por resolver el misterio musical, siempre le faltaba algo. La oportunidad de estudiar el cerebro de un maestro musical único y finalmente lo encontró. Se trata de Sting, el cual había leído el libro de Levitín "Tu cerebro y la Música"
La música no existe fuera del cerebro. Una nota comienza cuando las vibraciones viajan por el aire y hacen que el tímpano vibre. Dentro del oído las vibraciones se convierten en impulsos nerviosos que viajan al cerebro en donde se perciben como diferentes elementos de la música tales como el tono y la melodía. cuando se mezclan estos elementos forman un patrón que reconocemos como música, en otras palabras, el cerebro mismo procesa los sonidos que creemos oir en una unidad perceptual que llamamos "música".
Sting piensa en una canción , "So what", y su cuerpo empieza a reaccionar inmediatamente.
Durante casi toda nuestra historia, la música y el baile han sido parte de la misma actividad. Nunca se hizo la distinción que hacemos hoy en día. Actualmente, nos sentamos en un auditorio, cruzamos los brazos y escuchamos en silencio, tal vez nos movemos un poco y esperamos que nadie nos diga que nos estemos quietos. Esto sólo ocurre desde hace algunos cientos de años y sólo en la cultura occidental civilizada.
La música es movimiento para la mayoría de los pueblos del mundo durante gran parte de la historia. El baile consigue hacer visible lo audible. Estudios científicos sugieren que cuanto más respondemos a la música con el movimiento más activamos los circuitos del placer del cerebro, los cuales a su vez estimulan la liberación de dopamina, la llamada hormona del bienestar.
Podemos usar la música como herramienta para lograr un estado emocional en particular. No hay una composición musical que afecte a todas las personas de la misma manera. No es como consultar con el médico especialista en música y que te diga: " estás deprimido, tómate 2 Coltrain". La conexión entre el estado de ánimo y la música empieza pronto. Un bebé se siente satisfecho si lo mecen suavemente y la susurran sonidos tranquilizantes. Las emociones generan movimiento y este por medio de mecanismos de retroalimentación nos hace sentir ciertas emociones.
Independientemente de lo que hagamos o de la música que más nos guste, el cerebro siempre busca placer, pero esto no es tan frívolo como parece.
El placer es la forma que tiene la naturaleza de decirnos que llegamos a un punto de equilibrio. comemos cuando tenemos hambre, nos refrescamos cuando tenemos calor y así sentimos placer. La música es otra forma por medio de la cual el cerebro siente placer.
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